Entretiene la nueva versión del Hombre de Acero, interpretado por David Corenswet, en un libro que se adapta a muchos de los códigos de la época (y se pone en contra de Trump y Putin).
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David Corensweet y Rachel Brosnahan como Superman y Lois Lane, en la versión 2025.
Más de 43 países estrenan esta semana la nueva aventura de “Superman”. Cabe decir, ventura para sus productores, que calculan una linda ganancia, y desventura para el personaje, que a todo lo largo de la película se lo pasa recibiendo palizas, difamaciones, insultos, kriptonitas, unas cosas negras asquerosas rumbo a los pulmones, y encima la novia le cuestiona sus actos heroicos por falta de autorización previa. Lejanas quedaron aquellas inocentes series en blanco y negro donde Superman recibía con sonrisa burlona y brazos en jarra cualquier lluvia de tiros. Era El Hombre de Acero, y los balazos iban siempre al pecho, y a Luisa Lane por acá le decían Lui Salame, ¿cómo nunca descubría que Clark Kent y el superhéroe eran la misma persona?
Pero en estos tiempos descreídos las historietas y películas lo pintan cada vez más frágil e inseguro. Hay hasta poemas donde el personaje expresa sus dudas existenciales y se declara más humano que otra cosa, y en este film el propio Superman recita parcialmente uno de esos versos. La escena es clave, pero no es la única importante.
La obra, que es bien entretenida, con abundantes efectos, peleas, momentos graciosos y superhéroes invitados (en vez de artistas invitados), tiene también un buen costado de crítica social y política, como corresponde a una película debidamente apoyada en las historietas, viejas y más nuevas, del Superhombre. Trolls -esa peste contemporánea- representados por una legión de simios enardecidos mandando insultos por las redes sociales, personas entretenidas en captar con sus celulares la mejor imagen de un tamaño monstruo que se les viene encima, un Lex Luthor joven, bien vestido, empresario respetado por el Pentágono, y, lo más marcado, un sátrapa de Europa del Este listo para invadir al país vecino con la excusa de liberarlo de una dictadura, lo que recuerda la excusa de Putin invadiendo Ucrania “para liberarlo de una dictadura nazi”.
Hay más: la cuestión de los inmigrantes, resaltada en el personaje heroico de un vendedor ambulante árabe y en el propio Superman, que tampoco nació en EEUU. Esto pone a la producción en la vereda de enfrente del actual gobierno norteamericano, y es celebrado por su público. Dicho sea de paso, en el reparto de esta obra abundan, como en el viejo Hollywood, artistas inmigrantes: María Gabriela de Faria, la ingeniera odiosa, es venezolana, Sara Sampaio, la divertida Eve, portuguesa, Dinosh Thyagarajan, el árabe, nació y se formó en la India, Zlatko Buric, el sátrapa, es una primera figura de Croacia, y así, y todos tienen papeles destacados. En cuanto a los protagonistas, cumplen debidamente: David Corenswet como el nuevo Superman, Nicholas Hoult calvo para hacer de Luthor, Rachel Brosnahan como la insípida Louise Lane. A los tres los supera el perro, mezcla de terrier con schnauzer, que hace de Kripto.
Para el final, lo más fantástico e increíble que pueda verse en esta película: Louise conoce la identidad de Clark Kent y se guarda el secreto, no se lo cuenta a ninguna de sus amigas. Eso sí que es inverosímil (pero así ocurre en un cuento ilustrado de Alan Moore y Curt Swan, “¿Qué fue del Hombre del Mañana?”, que Gunn estuvo tentado de usar, pero lo dejó para mucho más adelante, cuando ya todo el mundo se haya cansado de las películas de Superman, si es que esto algún día ocurre).
“Superman” (EEUU, 2025). Dir.: James Gunn. Int.: David Corenswet, Rachel Brosnahan, Nicholas Hoult, Edi Gathery, Sara Sampaio, Zlatko Boric.