Papa fútbol: de Argentina al cielo

Jorge Bergoglio no esperaba de ninguna manera que lo eligieran como nuevo Papa. Como mucho, creía, podía llegar a orientar algún voto para su candidato favorito. No más que eso. Sí hubo algo que le llamó la atención: la cantidad de aplausos que había recibido en aquellos días después de pronunciar un discurso. Era un breve discurso. Incluso improvisado. Pero había generado muchos más aplausos que lo habitual.

–Acá hace falta alguien que haga todas esas cosas que usted pidió en su discurso –le dijo uno de los cardenales al terminar de escucharlo.

–Sí, pero, ¿dónde lo encontramos?

–En usted.

–¡Jajaja! Dale…

Como pensaba volver pronto a la Argentina, Bergoglio, entonces cardenal y arzobispo, le había dicho a su amigo que se encargaba de llevarle el diario todos los días en Buenos Aires que se iba por poco tiempo, que a lo sumo volvería en una semana. Tanto lo creía que para aquel viaje a Roma había preparado una valija con muy pocas prendas. El resto de sus cosas las había dejado en su pequeña habitación (una cama, un armario y una mesa de luz), en la que vivía en uno de los anexos de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, donde pensaba regresar pronto y donde nunca más regresaría. Viajó a Roma en un vuelo de Alitalia. Pudo ir en primera o business. Eligió clase económica. “Que la diferencia de la plata vaya a las villas”, pidió.

El 13 de marzo de 2013, el día de la quinta votación en el Vaticano, tuvieron que hacer una segunda ronda porque en la primera, como si se tratara de la elección entre Tinelli y Segura para presidente de la AFA, hubo un voto de más. Se habían pegado dos papeletas, por eso debieron quemarlas todas y volver a votar. En esa segunda ronda, el apellido Bergoglio se escuchó más de 77 veces. Esos eran los votos necesarios. Había nuevo Papa. El primero latinoamericano. Argento. Cuervo. Por eso, cuando ya empezaba a anochecer sobre la Capilla Sixtina hubo fumata blanca. Poco después, para sorpresa del mundo y de él mismo, Jorge Bergoglio salía al balcón de la Plaza San Pedro. Nacía la leyenda de Francisco. Nacía el llamado “Papa de la gente”. Ese que nunca perdió su sencillez. El que cambió muchas cosas en la Iglesia. El que predicó a favor de los pobres. El austero. Yel futbolero. Ese que volvió a conmocionar al mundo al morir a los 88 años. Desde a los reyes de España, Felipe y Letizia, hasta el rey del mundo, Leo Messi; pasando por Infantino, Antonio Banderas, Eva Longoria, Javier Milei, Javier Mascherano o Paulo Dybala…

Al comenzar su papado, Francisco eligió recibir a sus cardenales de manera informal y de pie en lugar de sentarse en el trono como todos los Papas, rechazó la limusina papal e insistió en compartir el autobús con otros cardenales. Y en vez de habitar un palacio vaticano eligió vivir en la residencia Santa Marta, una especie de hotel donde se alojan los obispos y sacerdotes cuando viajan a Roma.

Pero más allá de esto, una de las primeras veces que asombró al mundo fue cuando en una de sus apariciones iniciales un periodista le pidió “una bendición para Argentina” y Francisco no dudó: “Que gane San Lorenzo”. Días después, recibió a las selecciones de Argentina e Italia, en la víspera de un amistoso en Roma. Esa vez se dio su encuentro con Leo Messi, nada menos. “Fue muy especial estar ahí, tremendo. Es muy significativo para los argentinos, soy un agradecido de haber vivido esto”, dijo el Diez que, lesionado, no podía jugar aquel amistoso pero igual acompañó a la delegación. “Messi es un gran chico, a quien nunca se le subieron los humos a la cabeza”, lo definió alguna vez Francisco. Aquel día también estaban Sabella, técnico de ese seleccionado, Pipita Higuaín, Angelito Di María, Julio Grondona y el Tula con su bombo y todo, ahí, en plena Sala Clementina del Vaticano. “Ustedes vieron cómo se comportaron los integrantes de la delegación de Italia y cómo lo hicieron los argentinos… Vieron que unos fueron obedientes y ordenados y otros, desordenados y desprolijos. Bueno, yo soy uno de ellos. Ahora saben de dónde vengo. Se los digo a los que me cuidan, que me rezongan cuando salgo del protocolo, cosa que seguiré haciendo”, avisó Francisco. Y rodeado por los futbolistas, como por ejemplo los italianos Buffon, Verratti, Chiellini, De Rossi y Dani Osvaldo, desafió: “A ver si alguno de ustedes puede hacer un gol como el de Pontoni”. Es que no hubo, y tal vez no habrá, un Papa más futbolero. Su padre, que jugaba al básquet en San Lorenzo, fue el que le inculcó el amor por los colores cuervos. Criado en Membrillar al 500, barrio de Flores, iba al Viejo Gasómetro de Avenida La Plata y a los nueve años quedó maravillado con aquel equipo de Farro, Martino y Pontoni que salió campeón metiendo 90 goles en 30 partidos. “Recuerdo aquellos días que pasé viendo a los futbolistas jugando y la alegría de nosotros, los niños, cuando regresábamos a casa: la alegría, la felicidad en la cara, la adrenalina en la sangre…”.

El Papa confesó que solo escuchaba música clásica. No miraba tele desde 1990 porque había hecho una promesa a la Virgen del Carmen, pero siempre, siempre, estaba al tanto de los resultados del Ciclón: “Un guardia suizo me los pasa”. La final de la Libertadores ante Nacional de Paraguay lo encontró viajando hacia Corea y fue el Secretario de Protocolo del Vaticano, Guillermo Karcher, el encargado de ir contándole lo que sucedía. Tiempo después , recibió a aquel equipo del Patón Bauza, Ortigoza y Torrico.

En septiembre de ese 2014, en la previa de un partido en el Olímpico de Roma entre leyendas del fútbol de Argentina e Italia, recibió al Diego. El Diez le entregó la camiseta de la Selección con la 10 y el nombre Francisco. Segundos después, miró a los periodistas y lanzó: “El Papa Francisco es más grande que Maradona”. Diego, que ya había ido al Vaticano para un encuentro con Juan Pablo II y había dejado de creer (“me peleé con el Papa porque vi los techos de oro y después le escuché decir que la Iglesia se preocupaba por los chicos pobres… Pero, ¡vendé el techo, fiera, hacé algo!”)relató luego de ese encuentro con Francisco: “El Papa me inspiró a volver a la religión después de muchos años. Me pega en el corazón cuando habla del hambre en el mundo”. Cuando Diego falleció, Francisco dijo “recé por él y su familia”. Semanas más tarde, en una entrevista con el diario deportivo La Gazzetta dello Sport, recordó a Maradona como “un poeta en el campo de juego, aunque también un hombre muy frágil”.

Como no miraba TV, tampoco vio la final de Qatar. Cumplió 86 años el 17/12/22 y un día después, el 18, jugamos contra Francia en Lusail. ¿Qué hizo ese día? “Estaba reunido con cinco pilotos de AlItalia y sus esposas. Quisieron venir a saludarme”, explicó.

En 2020, Francisco quiso reunirse con varios jugadores de la NBA para hablar de su lucha contra el racismo. Entonces se le ocurrió contactar a Adrián Paenza, que en los años 90 tenía un programa en Canal 9, “Lo Mejor de la NBA”, que al Papa le encantaba. Por eso, un día, a Paenza le sonó el teléfono. “Me dijeron que era del Vaticano, yo pensé que era broma”, contó. Quince días después, el Papa estaba reunido con los NBA. Así era el Papa Francisco. Así.

Más Noticias

Noticias
Relacionadas