Tiró a su esposa al río y ahora dice que sus suegros lo quieren matar

Los papás de Magalí Vera no la pueden llorar en paz. El horror se apoderó de sus vidas tras una fiesta de casamiento en Necochea. «Magui» (34) discutió con su esposo, Javier Cerfoglio (39). Se fueron a las 4 de la madrugada, en medio de un diluvio.

Lo que ocurrió después nadie lo puede creer todavía: el hombre le dio una feroz paliza en la calle y arrojó el auto al Río Quequén. Ella, mamá de su hijo de 12 años, inconsciente por los golpes, murió ahogada. Todo quedó filmado por las cámaras de seguridad y ocurrió el 1° de diciembre pasado.

Pero el femicida, preso en Batán, hostiga a sus suegros, Felipe «Tito» Vera (74) y Stella Maris Castro (65). Apenas lo mandaron a la cárcel, denunció que ellos estaban «ofreciendo sumas de dinero para atentar contra su vida«. Por eso, advirtió: «Si me pasa algo, hago responsable específicamente a la familia Vera«.

En los últimos días, redobló la apuesta. Escribió una carta para advertir que recibió un llamado telefónico en el que le dijeron que un ex compañero de trabajo y los dos hermanos varones de la víctima lo «van a eliminar«.

La última carta de puño y letra que hizo llegar Javier Cerfoglio desde el penal de Batán.

«Nunca pensé que este asesino nos haría tanto daño. Después de consumar la aberración, sigue y sigue, haciéndonos tremendo daño. Espero no solo la justicia del hombre, sino también la justicia divina. Quiero verlo pudrirse en la cárcel y que arda en el infierno», le dice a Clarín el papá de «Magui».

«Tito» llegó a Necochea en 1991, desde Santo Tomé, en Santa Fe. Fue capitán en los remolcadores del puerto de Quequén y se jubilaría en 2015, después de 53 años de trabajo. Con Stella tuvieron cuatro hijos: Sebastián, Melina, Fernando y Magalí, que todavía no había cumplido su primer año al instalarse en su nuevo destino.

Video

Femicidio de Magalí Vera en Necochea: así fue la brutal golpiza antes de ahogarla

Los varones heredaron la pasión del padre. Por el mayor de ellos, Javier empezó a rebuscárselas de lo mismo, como marinero, hasta que en el inicio de la presidencia de Javier Milei lo echaron. Cobró una importante indemnización y después lo volvieron a tomar.

Magalí había dejado su empleo en una oficina municipal. Entró al mundo de la repostería de la mano de una vecina a la que empezó a ayudarle. Así fue creciendo y se independizó. Esa evolución, en lugar de caerle bien a su marido, le molestó, que le reprochaba todo, incluso que no llegaba a hacerle la comida.

Video

Así circulaba el Honda Fit que terminó cayendo al Río Quequén, en Necochea.

Tanto que, seis meses antes del femicidio, se separaron durante casi 30 días. «El Javier que ustedes conocen no es el verdadero Javier«, les confió a sus familiares, aunque ella solía ser muy reservada con sus cuestiones íntimas. «No lo soporto«, soltó.

En las redes sociales, todo era color de rosa. Fotos juntos, mensajes de amor, de agradecimiento. Quién podría imaginar un final así.

Así encontraron el Honda Fit rojo en el Río Quequén cuando llegaron todos desde la fiesta de casamiento.

Por entonces, Stella le sugirió a su hija que le pidiera la llave de la casa a Javier: «Va a entrar y te va a degollar«, se asustó.

Pero «Magui» aflojó ante la insistencia de su marido, con la condición de que fuera al psicólogo.

En las redes sociales, todos eran mensajes de amor entre la pareja.

Cuando los invitaron al casamiento de un primo, a ella enseguida se le ocurrió la idea de regalarle la torta. La fiesta se hizo el sábado 30 de noviembre en un salón en la ruta provincial 86, a cinco kilómetros de Necochea.

A «Tito» y Stella les llamó la atención el comportamiento de Javier en la boda. «Cuando estábamos nosotros, era un señorito, muy educado. Pero ahí estaba enajenado, nunca lo vi así en mi vida así, bailaba sacado«, recuerda su suegra.

Magalí Vera era repostera. En la foto, la torta que le hizo a una amiga para su fiesta de casamiento. Fue la primera, y la última.

En la mesa, se la pasó hostigando a su esposa, hablándole al oído. «La acosó toda la noche«, contaron los testigos.

En un momento del baile, Javier le sacó la corbata al papá del novio, se la puso un rato y luego se la colocó a una mujer. A esa altura, Magalí no lo aguantaba más. Eran las 4 cuando yendo al baño se cruzó con su mamá, que la agarró de la mano.

La denuncia que hizo Javier Cerfoglio, preso por el femicidio de Magalí Vera en Necochea.

-Magui, ¿te vas ya?

-Sí, ma.

-¿Por qué te vas? No me digas que te peleaste por lo de la corbata, por una pavada.

-No, ma, no. Me tiene las pelotas llenas.

Pese a la insistencia, Magalí dijo estar «cansada» y prometió: «Mañana te cuento, es una pavada«.

Javier Cerfoglio y Magalí Vera, cuando se casaron.

En medio de una lluvia torrencial, la pareja se subió al Honda Fit rojo y se fue del lugar. Nadie sospechaba lo que iba a pasar. «Tito» y Stella estaban con un matrimonio de 80 años y no les quedó otra que esperar a que aflojara el diluvio, ya que su vehículo estaba a cien metros.

A las 5.08, cuando estaban afuera del salón, sonó el celular de «Tito». Era Pablo, el papá de Javier, que ya se encontraba en la orilla del Río Quequén, frente a la terminal de ómnibus. «¿Está Magalí ahí? El auto está en el agua y no la encontramos«, le dijo.

Javier y Magalí, en la playa, en tiempos donde todo era felicidad.

El papá manejó a toda velocidad hasta el lugar de la tragedia. Cegado, pasó volando los tres lomos de burro que hay en el trayecto. El Honda Fit tenía las ruedas para arriba, flotaba sobre el agua. Javier estaba empapado. Ya habían llegado policías, buzos de Prefectura, bomberos, el fiscal Walter Pierrestegui.

Con el correr de los minutos, fueron cayendo todos los de la fiesta. Hasta los flamantes novios. Nadie lo podía creer.

Qué pasó, Javi, qué pasó?», preguntó desesperada su suegra.

«No sé, ella me agarró el volante. Mire, abuela, cómo me golpeé, tengo un tajo acá«.

Magalí Vera, con sus papás, Felipe y Stella.

En ese momento, todos pensaban en un «accidente«. Lo inexplicable era cómo el auto había recorrido más de 50 metros desde la ruta hasta caer al río, pasadas las 4.30 de ese domingo. Otro dato era demoledor: no había huellas de frenada ni de zig zag.

Melina, la hermana de «Magui», empezó a vomitar de los nervios. Fue la primera de la familia en darse cuenta de lo que había pasado: «¡Mamá, mirá las ruedas, están derecho. La mató, mamá!«.

«Tito» solo se agarraba la cabeza, desorientado, ido, en shock. Las piernas se le aflojaban. Su esposa le seguía creyendo a su yerno, que en un momento le hizo un pedido insólito a uno de los buzos.

-«Che, fijate si en el auto están las llaves de mi casa».

Te estoy buscando a tu mujer y vos me estás pidiendo las llaves», le reprochó el rescatista.

¿Vos qué sos? ¿Sos vigilante?», le espetó Javier.

El buzo se sacó las patas de rana y lo quiso trompear. A esa altura, el femicida también le había pedido el arma a un policía para pegarse «un tiro» y amenazado con una piedra a otro de los que buscaban a su mujer.

Dos imágenes de Javier Cerfoglio: antes y después del femicidio de su esposa, Magalí Vera, en Necochea.

«¿Qué hiciste con la nena?«, lo apuró otro familiar de «Magui» al sospechoso. «¿Qué sos, policía vos? Viejo puto«, fue su respuesta. Allí lo esposaron.

Mientras estaba arrodillado, embarrado y la lluvia no paraba, su suegra insistió: «Hijo, ¿qué te están haciendo?«. Él, envalentonado, acotó: «Ves, hasta mi suegra me defiende«.

Esa mañana había una actividad en el Club Necopesca. El cuerpo de Magalí fue encontrado debajo del muelle, a eso de las 7.30. Apenas la vio, Stella la reconoció por el pelo, se dio vuelta para evitar el horroroso espectáculo y le ordenó a su hija Melina, que estaba a grito desgarrado.

«¡No mires, no mires! No te vas a sacar nunca más en tu vida esa imagen«.

Javier Cerfoglio y Magalí Vera, en el parque Miguel Lillo, en Necochea.

Javier fue llevado a la comisaría. La autopsia revelaría golpes compatibles con violencia de género y la muerte por asfixia por sumersión.

Luego se conocerían los videos de las cámaras de seguridad, con la paliza brutal a «Magui» en la esquina de las calles 50 y 53 y con la maniobra del femicida encarando el auto hacia el río. Los videos que sus papás todavía no quisieron ver.

Entonces llegó el tiempo del velatorio.

Señora, está muy maltratada, ¿quiere hacerlo a cajón cerrado?«, le preguntaron a la mamá.

No, yo me quiero despedir«, respondió ella.

Stella le dice a Clarín: «No sabés lo que era. Tenía los dos ojos negros, la nariz despegada, el cuero cabelludo estaba levantado, tenía un tajo acá (se señala arriba de la ceja). Ahí recién entendimos que eso no era un accidente de un auto».

Felipe «Tito» Vera y Stella Maris Castro, papás de Magalí Vera (34), víctima de femicidio en Necochea.

Cerfoglio, a quien el test de alcoholemia le dio positivo (0,82), la pasó mal cuando estuvo en la comisaría 1ra. de Necochea. Los detenidos le dieron la bienvenida típica a los femicidas. Ahora pasa sus días en Batán. Logró que lo deriven al pabellón evangélico, más amigable que el resto.

El fiscal Marcos Bendersky, a cargo de la UFI N° 10, le sumó dos agravantes (ensañamiento y alevosía) a los dos que ya arrastraba (violencia de género y femicidio) por el homicidio calificado de su esposa. Su destino está marcado con una segura condena a perpetua.

«Él nos bombardea continuamente, nunca pidió perdón, nunca se hizo cargo. Declaró que nosotros lo mandamos a matar a Batán dos veces y que él zafó», lamenta «Tito».

Video

Trasladaron al acusado de tirar su auto al Río Quequén, en Necochea, para matar a su esposa.

Stella piensa igual: «Yo no pago un peso para que lo maten, lo que quiero es verlo cuando le den perpetua».

Cerfoglio también intentó conseguir el arresto domiciliario, para cuidar de su hijo, con monitoreo electrónico y en la casa de sus padres, pero la Justicia se lo rechazó.

Los papás de Magalí aseguran que el acusado «no tiene vergüenza», se preguntan una y otra vez por qué les sigue «metiendo el dedo» después de lo que hizo e insisten en que no quieren «venganza, solo justicia».

Magalí Vera, en un posteo donde despedía a uno de sus perros.

«Tito» rescata que, a pesar de la tragedia, conoció «personas extraordinarias». Nombra a los fiscales, los abogados, los funcionarios municipales y las psicólogas, que los están «sacando adelante».

Y cierra la entrevista con Clarín en el living de su casa comentando una ironía, ya que siempre fue de tomar medidas de seguridad para evitar que le pase algo malo a su familia. «Yo cuidándome de afuera y al monstruo lo tuve 14 años ahí sentado. Lo que es el destino, o no sé qué. ¿Cómo no me di cuenta?».

La portada del Ecos Diarios de Necochea, con la noticia del femicidio de Magalí Vera.

EMJ

Más Noticias

Noticias
Relacionadas

Vouchers Educativos 2025: cuando comienza la inscripción y cómo será este año

Las escuelas privadas de todo el país...

Clima en Bariloche: cuál es el pronóstico del tiempo para el lunes 21 de abril

El pronóstico del tiempo para la ciudad de Villa...

Cuáles televisores se quedarán sin Netflix desde enero y cómo solucionarlo

Como parte de su búsqueda por optimizar...