La extraña experiencia paranormal de un hombre en la costa de un río patagónico: Suéltenme…

Federico, un vecino de Choele Choel de 35 años, relató un extraño suceso que vivió hace unos cinco años mientras caminaba hacia la Isla 92 durante el verano. Por pedido propio, su apellido ha sido reservado para evitar burlas.

El hombre, quien cursó abogacía en La Plata y vivió en El Bolsón por un tiempo, explicó que una tarde, mientras paseaba por la Isla 92 acompañado de sus hermanos y sobrinos, su celular desapareció repentinamente y, de inmediato, perdió la noción del tiempo.

“En un momento pierdo el teléfono, y lo próximo que recuerdo es estar cuarenta metros más adelante, sin el celular y con los brazos extendidos hacia el cielo” relató.

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Más tarde, en una entrevista con La Opinión Austral, relató que volvió al sitio acompañado de su madre para intentar recuperar su teléfono, pero nunca logró hallarlo.

“Yo no les diría personas. Estaban vestidos como humanos, pero no lo eran. Uno era más bajo y el otro más alto. Su piel era muy blanca y sus rostros parecían dibujados”, describió.

Tras aquel episodio, Federico aseguró haber sufrido durante dos semanas pesadillas recurrentes. “Mi madre me despertaba porque gritaba: déjenme, déjenme, suéltenme, no me toquen”, recordó.

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«De mi familia solo saben muy pocas personas: mi mamá, mis hermanos y solo algunos amigos» explicó.

También comentó que en diversas ocasiones había visto luces extrañas en el cielo, tanto en Choele Choel como en otros lugares donde había residido. En El Bolsón, recordó haber observado destellos sobre un cerro, y en La Plata, una esfera plateada «del tamaño de un Volkswagen Escarabajo». En todas estas ocasiones, aseguró haber sentido una inexplicable necesidad de mirar fijamente hacia esos objetos.

Y, más recientemente, hace solo dos meses, vivió otro episodio similar. «Íbamos con dos amigos, y vimos un montón de luces naranjas en el cielo, era de noche, y giraban, daban vuelta y volvían, se juntaban y se separaban»

Si bien manifestó curiosidad por obtener respuestas, Federico reconoció que el miedo todavía lo acompaña y que, al día de hoy, no puede quedarse solo de noche, y tampoco pudo volver a salir de mochilero, actividad que disfrutaba mucho hacer. “Tengo miedo de que esos dos seres vuelvan a buscarme”, concluyó.

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