Homo Argentum: Lo nacional en la mira

Homo Argentum
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Dirección: Mariano Cohn y Gastón Duprat

Intérpretes: Guillermo Francella, Eva De Dominici, Clara Kovacic, Miguel Granados, Gastón Soffritti, Dalma Maradona y Aurora Quattrocchi

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Origen: Argentina / España / Italia (2025)

Duración: 110’

Juan Manuel Domínguez

Ha sido sencillo, al escribir sobre Homo Argentum, recurrir a lo que Guillermo Francella ha dicho en torno al cine argentino —esa idea de lo popular frente a “las películas que venden cuatro entradas”— o a otros momentos en los que la dupla de directores Cohn y Duprat ha hablado de cuestiones institucionales o de la noción de lo popular. Pocos films como Homo Argentum llegan con un recetario tan claro sobre cómo leer a sus autores, como si hubiera algo que entender, procesar o decodificar más allá de lo evidente. Y, sin embargo, poco —al menos en estos días— se habla de su capacidad para narrar y capturar lo argentino, muchas veces apuntando, casi con puntería de francotirador, a lugares comunes.

Tampoco ayuda que sus relatos se conviertan en carne de cañón política, sea porque Fernando Iglesias la celebra o porque el Presidente organiza una función en Olivos. Lo cierto es que Cohn y Duprat siempre logran algo: ser fieles a su idea —contar— y que sus historias despierten en otros la obsesión por ubicarse en el mapa de la idiosincrasia, el partidismo o incluso los fines del mundo. Aquí no hay inocencia: hay juicio.

Dicho esto, Homo Argentum es un proyecto ambicioso y, a la vez, una nueva muestra de la tenacidad de Cohn y Duprat para narrar. Han desarrollado una forma de leer lo que sucede a su alrededor que, cercana a la provocación, sigue siendo la de quien pone la oreja en el suelo y siente el temblor. Sus productos han funcionado así: inventario de YouTube antes de que existiera YouTube, exploraciones de los esquemas de clase desde ángulos distintos a los de sus contemporáneos —films que no son simples, sino una especie de ajedrez donde todos deben cantar sus movimientos—. Han sabido contar logrando popularidad, lo que no es bueno ni malo, pero sí indica que tocan un nervio. Cohn y Duprat no necesitan provocar, aunque disfrutan de dejar astillas en distintos rincones —del cuerpo y de la sociedad—: el arte como mercado e institución, los oficios como gremio y las pequeñas miserias como espejo de lo colectivo. En Homo Argentum esa pulsión se despliega con libertad y sin pedir permiso: dieciséis fragmentos que funcionan como radiografías instantáneas, retratos en miniatura que oscilan entre lo mordaz y lo entrañable, lo farsesco y el enojo. La variedad de situaciones y registros no quita la precisión con la que cada historia atrapa de Francella un gesto, un tono, un tic que es reconocible y a la vez incómodo. Homo Argentum demuestra el talento y la ambición de Cohn y Duprat para crear, entender, cuestionar y volver a contar lejos de la caricatura y cerca de su gran universo lúdico.

Lejos de anclarse en el costumbrismo fácil, la película propone una suerte de inventario emocional de la Argentina contemporánea, de formas y deformando al macho argentino en una serie de cortos donde el humor no es evasión sino una estrategia de observación. Francella, en el centro del dispositivo, no se limita a multiplicar caracterizaciones: construye un mosaico de figuras que a veces sabe morder, otras contener, pero que principalmente permiten un juego de bestias, un mapa caprichoso de ciertas bestias cotidianas . Cohn y Duprat, fieles a su ética de la narración, demuestran que se puede ser un narrador con ideas sin simplifica; que el nervio de una historia.o varias, no está en la trinchera ideológica donde el espectador decida ubicarla, sino en la incomodidad que deja.

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