La escena es conocida: cuerpos diseccionados, peletería humana, jabones de grasa propia y chanchos comprimidos.
Durante décadas, Nicola Costantino ha sido la artista argentina que nos ha confrontado con la crudeza del consumo, la violencia sobre el cuerpo y la transgresión de lo políticamente correcto.
Desde sus inicios, como estudiante en la Rosario de la vuelta a la democracia, hasta sus impactantes exposiciones en el Malba o en la Bienal de Venecia, Nicola se construyó una reputación como la maestra de la provocación en el arte conceptual. Sin embargo, hoy la artista rosarina abraza una nueva búsqueda: la belleza y la naturaleza como antídoto a un mundo en crisis.
Perfil Córdoba dialogó con ella en su paso por Córdoba, donde ofreció una charla a pie de obra en el marco de su muestra “Antes que el hielo llegue a los estanques«, que puede visitarse hasta el 27 de agosto en Distrito BAP.
Y la pregunta es inevitable: ¿Qué hay de la Nicola que nos dejó boquiabiertos con “Savon de Corps”, esa obra donde transformó la grasa de su lipoaspiración en jabones de lujo, en esta nueva etapa?
La metamorfosis de una provocadora
“Sí, sí, es otra cosa. Y va un poco más por la búsqueda de la belleza”, confiesa Nicola con una sonrisa. Una frase que para muchos sonaría un tanto sorprendente, viniendo de quien hizo del arte un bisturí para desentrañar los rincones más oscuros del consumismo y la relación humana con la carne.
Claro, eran otras épocas, las del fin de las dictaduras latinoamericanas, la de la vuelta a la democracia: “Había una tradición de los artistas con el arte político que era muy fuerte, había mucha efervescencia. Me encantó ser artista joven en ese momento y también me encanta ser artista en este, porque me parece que necesitamos belleza”, dice.
Distrito BAP abrió con Nicola Costantino: de la polémica a la contemplación
Sin embargo la pandemia, un punto de inflexión para muchos, también lo fue para ella. “Yo ya tenía 25 años de trabajo en ese momento, siempre dentro del arte conceptual”, explica. Y añade: “Sentí que necesitaba alejarme de los museos y las galerías, que ya no me alcanzaban”.
Este alejamiento (dejó a Ruth Benzacar y Barro) la llevó a un nuevo espacio, su propio taller como galería, donde recibe a quienes desean explorar su universo.
De la provocación a la geometría divina
La nueva obsesión de Nicola es la cerámica pigmentada, una técnica japonesa que descubrió en plena pandemia, aprendiendo vía Zoom. “Estoy siempre pensando técnicas nuevas o desafíos nuevos de cómo hacer cosas”, detalla.
Se trata de una técnica japonesa llamada nerikomi, un proceso de extrema dificultad, que consiste en crear patrones mediante capas de arcillas de diferentes colores, generando efectos visuales internos, casi orgánicos, que surgen desde el interior de la materia.
Lo sorprendente es cómo esta técnica, que a primera vista podría parecer distante de sus obras anteriores, se conecta con su esencia. “Yo creo que en todas las obras que decís, muchas que son de los años 90, siempre estuvo presente el tema de la belleza”, reflexiona.
En efecto, sus “chanchobolas”, con sus texturas y pliegues seductores, eran ya una joya. La diferencia es que antes, esa belleza era más disruptiva, utilizada para señalar un lado más oscuro y más conflictivo del consumismo. Ahora, la belleza es el fin en sí mismo.
Así, la naturaleza, especialmente el universo vegetal, se presenta como la “máxima expresión de la generosidad de la naturaleza, de la belleza, de lo único que en realidad merece ser considerado como el dios en la tierra”, reflexiona.
Nicola. “Además de las flores y las hojas, quería hacer vajilla que fuera parte de los banquetes performáticos que doy y en los que la gente tiene una noche de experiencias con todos los sentidos”.
La urgencia de la conciencia ambiental
Este cambio no es solo estético, sino también una profunda toma de conciencia. “Hay muchas cosas terribles que están pasando y una de las principales es esta falta de conciencia de que hemos destruido nuestro planeta”, sentencia.
Sus nuevas obras, con sus “diseños muy minuciosos, que tienen muchos detalles y son todas cosas geométricas”, exploran los fractales de la naturaleza, acercándose a una idea de Dios a través de la geometría, presente en las religiones árabes y orientales.
Para Nicola, cuando saca la pieza del horno, la sensación es que no la hizo ella, sino que es el resultado de leyes intrínsecas de la naturaleza.
La maternidad, sin dudas, fue un factor determinante en esta nueva búsqueda. “Creo que quizás sí fue como el inicio de esto”, asiente. Y regresa a una de sus frases icónicas: “Los artistas somos como los gusanos del compost que transformamos la podredumbre en belleza”. Y en este nuevo capítulo, Nicola parece haberse convertido en el abono que nutre la semilla de la esperanza, buscando la belleza para sanar.
Murales, banquetes y óperas
A pesar de su alejamiento de las galerías tradicionales, el trabajo de Costantino sigue vibrando en el circuito.
Este año, participará en Affair y ArteBA con una propuesta innovadora: murales realizados con su nueva técnica de cerámica pigmentada, “muy figurativos”, que representarán un bloque de tierra con flores y raíces que parecen flotar, algo similar a su obra “Inverso”, que desafía las leyes de la gravedad.
Y en cuanto a la Nicola performática, tras su incursión en el Teatro Colón con “Artista Ex Machina” en 2023, un espectáculo que fusionó arte, teatro y música, el sueño de repetir una obra escénico-musical sigue vivo. “Me encantaría”, responde ante la sugerencia de presentarlo en el Teatro San Martín.
Exposición. “Antes que el hielo llegue a los estanques” podrá verse hasta el 27 de agosto en Los Aromos 203 (La Calera).