Esta vez, Javier Milei tiró demasiado de la cuerda. Acusó a los gobernadores de querer “destruir al Gobierno” y ellos le respondieron con una avanzada inédita en el Congreso. Si bien el Presidente no dio ningún paso atrás, el ala dialoguista de la Casa Rosada activó los mecanismos de defensa: Guillermo Francos se puso el traje de bombero para intentar que el incendio no siga creciendo.
“El Gobierno está conversando permanentemente con los gobernadores. De hecho, yo dialogo con los gobernadores”, contó Francos en una entrevista televisiva. Y aseguró que ya estaba cerca del objetivo de mínima, conservar el blindaje del veto en el Congreso: “Hay gobernadores que quieren acordar con nosotros”, sostuvo.
Tensión.
En el interior celebran la precisa coordinación del contraataque de los gobernadores a través de sus senadores. Afirman que no hay antecedentes de que mandatarios de distintos partidos políticos pudiesen ponerle un freno al Gobierno central. Un llamado de atención al ninguneo que reciben de Casa Rosada.
En Balcarce 50, en cambio, entienden que hay un objetivo solapado. Las elecciones de octubre en las que, dicen, Milei podría arrasar. “Estamos negociando en un clima de momento electoral”, deslizó Francos, para ubicar el contexto.
El vocero de un gobernador reniega de esa lectura: “Nos cansamos de que Nación haga caja con la plata que nos corresponde”, protesta. “Encima no te dan bola y el Presidente te dice que querés destruirlo. Después, lo que pase en octubre, se verá”. Aunque aclara que la intención no es ir por todo: “No es una guerra: son planteos puntuales sobre temas puntuales. Los ATN y el impuesto a los combustibles, que son partidas que nos pertenecen. Y pasa que por primera vez todos estamos de acuerdo. Y el Gobierno se asustó al vernos a todos al frente”.
En su intento por retomar el diálogo, Francos buscó organizar un encuentro con los mandatarios en un lugar neutral: aprovechando el contexto de la Rural, de la que participan muchos gobernadores, el jefe de Gabinete tejió hilos para armar una reunión. No lo consiguió. Desde el interior aseguran que los encuentros que se dieron en ese marco son absolutamente informales. Y agregan que, para lograr un acercamiento, deberían llamarlos a la Rosada. Para el Gobierno, hacerlo sería firmar una especie de rendición. La idea quedó empantanada.
Para colmo, a Francos le apareció una línea interna en el Gabinete que le produjo más ruido en la negociación por frenar los proyectos de los gobernadores en el Congreso. Es que el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, tomó un camino distinto: “Si me consulta el Presidente, le diría que no las vete”, dijo. Y el jefe de Gabinete tuvo que apagar un incendio más: “Por supuesto que las va a vetar. Así como todo aquello que afecte el equilibrio fiscal”.
Avanzada. Este nuevo round, el más furioso en lo que va de la gestión entre Milei y los gobernadores, empezó el 9 de julio. El día en que los mandatarios decidieron correrle el cuerpo a la foto que iba a reeditar el Pacto de Mayo del ´24 y el Presidente, ante el vacío, no viajó a Tucumán.
Los gobernadores se animaron en el Senado. Pero después siguieron haciendo oír sus críticas coordinadas en sus provincias. En las últimas horas, hubo una avanzada por la disolución de Vialidad (ahora rechazada por la Justicia) y el nulo mantenimiento de las rutas nacionales.
En Santa Fe, el gobernador Maximiliano Pullaro hizo instalar unos carteles a la vera de las rutas nacionales que advierten que “aquí empieza la ruta mantenida por el Estado nacional”. Y el gobernador sugirió a sus comprovincianos que las eviten, por su mal estado. Su ministro de Infraestructura viajó una docena de veces a Buenos Aires, pero sólo consiguió promesas que no se cumplieron. El salteño Gustavo Sáenz se quejó: “Tenemos rutas de la muerte. Las provincias del norte no tienen vías seguras. Desde allá no se ve ni se siente lo que pasa acá”. Y Alberto Weretilneck, gobernador de Río Negro, ya había advertido que sus caminos están “heridos, rotos y olvidados”.
Los mandatarios lograron una coordinación que no sabían que podían alcanzar en la avanzada contra el poder central. Desde el Consejo Federal de Inversiones, fortalecieron una liga sin distinción de líneas ideológicas. El dato no registra antecedentes, porque Milei es el único Presidente en la historia que llega a ser primer mandatario sin el apoyo de ningún gobernador. Y ahora los tiene a todos en contra.
Sólo Francos puede torcer algunas voluntades para debilitar el músculo federal. Al jefe de Gabinete lo habían corrido de escena, mientras le daban prioridad al calendario electoral. Pero tuvo que salir a la cancha para apagar el incendio. Una vez más.