Jayne Mansfield, mi mamá (My Mom Jayne, EE.UU./2025). Dirección y guion: Mariska Hargitay. Duración: 105 minutos. Disponible en: HBO Max. Nuestra opinión: muy buena.
“No es un film sobre el pasado. Es sobre quienes somos ahora y de cómo traer el pasado al presente e incluso hacia el futuro”, dijo Thierry Frémaux, el director del festival de Cannes, durante la edición pasada en la que se presentó el documental Jayne Mansfield, mi mamá, dirigido por Mariska Hargitay y estrenado este fin de semana en HBO Max. La película es una declaración de amor y reconocimiento de una hija, Hargitay, a la madre, Jayne Mansfield, que apenas conoció y que ya no recuerda pero es más que eso: se trata de un documento conmovedor sobre los lados más oscuros del Hollywood de la década del cincuenta y el modo en que trataba a sus estrellas femeninas y también una historia de reconciliación con el pasado y la propia identidad de la directora.
Sin esquivar los aspectos más dolorosos de su vida familiar, la actriz de La ley y el orden: unidad de víctimas especiales, logra reconstruir la vida de su madre fallecida en un accidente de auto a los 34 años, -cuando Hargitay tenía apenas 3-, celebrar la de su padre, Mickey Hargitay y resignificar sus propias experiencias como la hija de una leyenda del cine.
“Para ella todo empezó ahí, con una pérdida”, dice la directora y narradora al repasar la infancia de Jayne marcada por la muerte de su padre cuando ella tenía tres años. El paralelismo es evidente. Para Hargitay “todo” comenzó también cuando su madre murió en el trágico accidente automovilístico del que Mariska y sus hermanos Mickey y Zoltan se salvaron de milagro.
A través de entrevistas con los integrantes de su familia, imágenes de las películas y apariciones de Mansfield en la TV, además de un fascinante material de archivo íntimo, el film traza una línea que no es cronológica sino sentimental y permite que las emociones marquen el camino.
En las primeras imágenes del documental se ve a la actriz y realizadora novel caminando entre los escombros de lo que fue la mansión de su madre en Beverly Hills, que aparece en todo su esplendor en fotos y grabaciones caseras. Desde ese terreno devastado, Hargitay empieza a reconstruir los cimientos de la vida de Mansfield, de sus años de juventud como madre adolescente de su primera hija, Jayne Marie, hasta su llegada a Hollywood y la transformación que atravesó por exigencia de los estudios que la posicionaron como la competencia de Marilyn Monroe, otra rubia tonta y de curvas despampanantes.
“Toda mi vida sentí vergüenza de su imagen como sex symbol”, dice Hargitay en off mientras desfilan por la pantalla los primeros papeles de Mansfield en cine, su trabajo como modelo y las presentaciones públicas de “la mujer más fotografiada del mundo del espectáculo”, como la presentaban los noticieros de la época.
El documental se toma su tiempo para demostrar las contradicciones de la carrera de Jayne: admirada por el público y denigrada por la prensa que quería entrevistarla y al mismo tiempo la menospreciaba por su sobreexposición. Sin cargar las tintas sobre el estado general de la industria de Hollywood de la época pero sin ignorar el modo en que afectó a Mansfield y a su trayectoria como artista, el film hilvana sus apariciones en público con los recuerdos de quienes la rodeaban en aquella época. Hargitay se pone delante de las cámaras cuando hace falta pero también sabe como dejarle lugar a sus hermanos, poco acostumbrados a ese lugar y nerviosos de repasar los aspectos más dolorosos de sus vidas pero que eventualmente ayudan a pintar un retrato pleno de matices sobre su madre y sus propias experiencias con ella.
Pronto queda claro que la intención del documental es revelar a la mujer detrás de la leyenda y el trágico accidente que terminó con su vida pero sin obviar aquel final y las circunstancias que llevaron a él. Quizás sea la primera vez que los sobrevivientes de aquel choque fatal, Mariska y sus hermanos Mickey y Zoltan, hablan en público de sus recuerdos de esa noche de 1967, un pasaje del film repleto de emociones y carente de todo sensacionalismo. Y lo mismo sucede con la gran revelación del film, el secreto que Hargitay guardó por más de treinta años.
Pasados los setenta minutos del film, el recorrido de la actriz y directora la lleva hasta su juventud cuando una sospecha de adolescencia se vuelve certeza: su amoroso padre Mickey Hargitay, quien la crio junto a sus hermanos desde la muerte de Jayne, no era su papá biológico. La cataclísmica revelación marca una línea narrativa paralela que muestra otro aspecto de las tribulaciones de Mansfield y de cómo los secretos marcaron la vida de quien interpreta a la feroz detective Olivia Benson en la serie La ley y el orden.
“Me cambió la vida para siempre”, dice Hargitay del momento en el que se enteró de su verdadero origen y conoció a Nelson Sardelli, su padre biológico. La charla con él así como la que tiene con sus media hermanas por parte de él aportan algunas de las escenas más difíciles, tiernas y si, hasta divertidas de un documental extraordinariamente personal.