Resolución sobre agitación y propaganda política aprobada por el XX Congreso del PTS

En relación a la presente resolución, en el Congreso se debatió la definición del régimen que intenta imponer Milei, con su creciente autoritarismo y la proscripción de CFK, como un régimen “neolibertador”, en referencia aquel que inauguró en 1955 la autodenominada “Revolución Libertadora”, conocida como la “fusiladora”, así como la necesidad de enfrentarlo con la movilización. Al mismo tiempo que defendemos todas las libertades democráticas bajo ataque, debatimos con la idea de “defensa de la democracia” a secas, planteando consignas democrático-radicales y nuestra perspectiva de una democracia superior basada en el poder del pueblo trabajador.

También se discutió la necesidad de profundizar la explicación de la huelga general política como perspectiva estratégica, así como su relación con la formulación de un “Cordobazo del siglo XXI” desarrollada en el proyecto de resolución. Y, ligado a lo anterior, la importancia del planteo de un gobierno del pueblo trabajador que pueda abrir paso a un nuevo orden social como salida política. A su vez, se intercambió sobre la necesidad de precisar en qué sentido hablamos de “régimen del FMI”, siendo que, a pesar de la proscripción de CFK, el peronismo se mantiene dentro de sus marcos.

Otro de los debates que atravesó el Congreso trató sobre la estructura productiva del país y la importancia de los sectores técnico-científicos (CONICET, INTA, INTI, CNEA, universidades, etc.), así como la salud, la educación y la cultura que Milei intenta, según el sector, desmantelar o remodelar al servicio del gran capital, como parte de su intento de reconfigurar la estructura económica Argentina a la medida de los intereses de las grandes patronales y el imperialismo. Frente a esto, al tiempo que enfrentamos estos ataques, peleamos porque todo este conocimiento social general, arrancado de la dependencia de los capitalistas y el imperialismo, y resignificado, sea puesto en función de la construcción de un nuevo orden social, donde pueda estar al servicio no de las ganancias de unos pocos sino del desarrollo productivo, las necesidades de las grandes mayorías y de una relación más armónica con la naturaleza.

En base a estas y otras discusiones, el proyecto de resolución ha sido reelaborado. La versión que publicamos a continuación corresponde a la redacción final de la resolución aprobada por el XX Congreso.

1. Cuestiones generales

A continuación presentamos algunos ejes centrales que hacen a nuestra agitación y propaganda político-programática como partido. La idea sería que estos ejes puedan servir de base para realizar múltiples experiencias para intervenir en la realidad política probando qué ideas tienen más llegada, articulando las demandas económico-sociales (el tema de trabajo y salario, etc.) con las democrático-radicales antirégimen (que cobran especial relevancia frente al salto en el autoritarismo del régimen que implica la proscripción de CFK) y la perspectiva anticapitalista, socialista y revolucionaria. Los elementos sintetizados aquí intentan ser insumos para probar y enriquecer en una elaboración colectiva, según la situación concreta y la realidad de cada lugar, viendo qué aspectos destacar, cómo plantearlos, ya sea como agitación o para un desarrollo más amplio como propaganda. Creemos que nuestro discurso anticapitalista y socialista, para ser efectivo, tiene que partir de valores solidarios, contra el individualismo, que reivindiquen lo colectivo (sobre los cuales se basa nuestra propia práctica, a diferencia del carrerismo político en función del enriquecimiento personal) para llegar a sectores que, incluso más allá de la base del FITU, comparten este universo de valores en general. Parte de nuestra tarea es batallar contra la resignación, mostrar que sí se puede e identificar a los enemigos del pueblo trabajador, generar odio contra las patronales, contra los ricos, frente a la desigualdad creciente, contra el autoritarismo, contra los privilegios de los representantes del régimen. Buscar que todo discurso “racional” esté articulado con aspectos sensibles (expresados en consignas o denuncias) que puedan conmover a los sectores que aspiramos a llegar. La idea de “¡”Milei, con las niñeces, NO!” que están levantando lxs trabajadorxs del Garrahan sería un ejemplo en este sentido (un gran ejemplo internacional ha sido la consigna que levantó el movimiento negro en EE.UU. “Black lives matter”, “Las vidas negras importan”).

2. Ubicación política. Son ellos o nosotros

Tenemos que decir claramente que son ellos o nosotros. Frente al antimileismo superficial se trata partir de la lucha contra el gobierno de Milei para llevarla al plano del enfrentamiento con los “poderes fácticos”. Es la gran burguesía en todas sus alas la que pretende avanzar aún más sobre el nivel de vida de las masas y profundizar el atraso y la dependencia del país. Su plan tiene por objetivo que el trabajo precario, el pluriempleo, lxs trabajadorxs pobres sean la regla a un nivel aún mayor del que ya existe en la actualidad. Un régimen donde quienes están en condiciones de trabajar, trabajen cada vez más y en forma más precaria y con salarios de miseria, y quienes no sean una masa inmediatamente “explotable” para el capital, como lxs jubiladxs y lxs niñxs sean abandonados a su suerte. Un país dedicado exclusivamente a la exportación de materias primas, al extractivismo y al saqueo de nuestros bienes comunes naturales. Donde la educación, la salud y la cultura sólo cuenten como fuentes de lucro. Todo ello para beneficiar a los bancos, las cerealeras, las mineras, las petroleras y el conjunto de las grandes corporaciones locales y multinacionales que se creen los dueños del país y para pagarle la deuda con el FMI.

Para imponer este plan, las clases dominantes, el imperialismo norteamericano con el FMI, sus políticos empresarios amigos, los títeres que ocupan juzgados y fiscalías, quieren instaurar un régimen neolibertador como el de la Fusiladora del ’55 (que también usaba la palabra «libertad»). En ese camino se inscribe la proscripción política a Cristina Kirchner, que es parte de una avanzada antidemocrática. A la represión y el autoritarismo creciente del régimen solo se lo puede frenar masivamente en las calles. El ataque que quieren implementar la patronal más concentrada y el FMI no pasa sin represión y persecución. Ya quedó claro en lo que va del gobierno de Milei. Ahora una Corte Suprema títere de esas grandes patronales se arroga la potestad de decidir a quién se puede votar y a quién no. Una política que es impulsada para toda Latinoamérica por el Departamento de Estado norteamericano, ya lo vimos con el caso emblemático de Lula. Con la proscripción política de CFK el autoritarismo del régimen ha dado un grave salto. No es tiempo de medias tintas, para evitar que avancen y derrotar la proscripción hay que apelar al único lenguaje que entienden, el de la fuerza de la movilización masiva del pueblo trabajador.

El gobierno de Milei, el FMI y las grandes patronales no va más. Si bien Milei cuenta con el apoyo de las grandes patronales, del gobierno de Trump y el FMI para este plan, no podría haber avanzado en lo que va de su mandato (Ley Bases, Mega DNU, ataques a los estatales, a la educación, a la salud, a lxs jubiladxs, etc.) sin contar la ayuda, no solo del PRO y los radicales “con peluca”, sino de todo un sector del peronismo. En el terreno parlamentario (los legisladores que responden a los gobernadores de Catamarca, Tucumán y Salta), en las calles gracias a la complicidad de la burocracia sindical de la CGT y la CTA. Esta complicidad va a contramano de sectores cada vez más amplios de la propia base social del peronismo donde crece la bronca al gobierno.

No hay salida dentro del régimen del FMI. Hablamos de “régimen del FMI” porque toda la orientación económica del país está articulada en función de la obtención de dólares para pagar la deuda y ninguno de los partidos del régimen incluido al peronismo (tanto el sector que quiere seguir pagando sin más como aquel que pretende “renegociar” para seguir pagando también) están dispuestos a romper este esquema, a pesar de que es justamente el que pretenden consolidar estableciendo un régimen “neolibertador”. Si no tomamos el curso de nuestro destino en nuestras manos, vienen por nosotros, ya sea mediante las “reformas” que clama la gran burguesía o a través de “golpes de mercado”. Incluso el fracaso del plan Milei sin una intervención decisiva de las masas populares que derrote a este régimen daría lugar a una mega devaluación que caería nuevamente sobre las espaldas del pueblo trabajador.

3. Cuestiones estratégicas. El planteo de una huelga general política y de un plan propio de y para el pueblo trabajador

Frente a esto podríamos decir que hay tres perspectivas que se plantean:

1) Por un lado, la perspectiva (si es que se la puede llamar así) que propone el peronismo: esperar al recambio electoral en 2027. Un peronismo cuyos gobernadores vienen aplicando el ajuste en sus provincias, incluido Kicillof en la Provincia de Buenos Aires que, con la complicidad de la dirigencia sindical peronista, impone salarios de miseria para docentes y personal de salud, quienes se ven obligados a trabajar más horas o recurrir al pluriempleo para sobrevivir, mientras las patronales despiden a su gusto. A su vez, a nivel nacional la burocracia sindical peronista ha bombeado la resistencia durante todo este tiempo. “A donde está, que no se ve, esa famosa CGT” se ha transformado en una de los cánticos más repetidos en las movilizaciones, siempre acompañado de “unidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode”. Ahora los lacayos del poder económico más concentrado que conforman la Corte Suprema han decidido proscribir a CFK. ¿Hasta cuándo sostendrá la dirigencia peronista la pasividad cómplice frente a Milei y un régimen que se hace cada vez más autoritario? La espera de una futura alquimia electoral de “unidad del peronismo” ya fracasó con Scioli, con Alberto y con Massa. No es una cuestión de nombres, el peronismo de conjunto no tiene un programa alternativo para hacer frente a la crisis en interés de los trabajadores, empezando porque no se propone terminar con la subordinación al FMI y la deuda, por eso es parte del “consenso” extractivista, del déficit cero, de la precarización laboral.

2) Otra perspectiva sería algo así como esperar al estallido, que en un momento la situación explote y caiga Milei como cayó De la Rúa. Las jornadas de 2001 impusieron desde abajo, en las calles, una nueva relación de fuerzas entre las clases y establecieron ciertos límites a los planes de la burguesía, pero la salida que finalmente se impuso una vez más vino desde arriba, con Duhalde que terminó haciendo una megadevaluación y asesinando a Kosteki y Santillán para disciplinar al movimiento piquetero. Esto lo vimos también en muchos de los procesos de revueltas que atravesaron diferentes países en los últimos años, como el proceso que tuvo lugar en Chile en 2019. Enormes movilizaciones donde el movimiento de masas despliega su energía pero terminan canalizadas institucionalmente dentro del mismo régimen contra el cual se habían levantado, con promesas de cambio que, tarde o temprano, terminan llevando las cosas al mismo lugar de donde empezaron o peor. No se trata solo cambiar un gobierno, sino de terminar con todo un régimen armado para favorecer los intereses de los dueños del país.

3) Nosotros planteamos otra perspectiva. No hay alquimia electoral posible que sirva para derrotar a la gran burguesía y el FMI que se creen los dueños del país y manejan todos los resortes del “poder real”, sólo la acción contundente de la lucha de clases con la huelga general política puede hacerlo, Por eso la intervención del PTS/FITU en las elecciones la hacemos desde esta perspectiva, sin ninguna ilusión en “las instituciones”. A la espera del 2027 del peronismo le oponemos una estrategia que, retomando la historia de las luchas de clase trabajadora argentina, referenciamos en el Cordobazo en el que se levantaron los trabajadores, los estudiantes y sectores populares organizados (a diferencia del 2001) e hirieron de muerte a la dictadura de Onganía en 1969. No porque pensemos que se puede repetir algo igual, cambiaron muchas cosas. La historia no se repite, por eso hablamos de un Cordobazo del siglo XXI. Hacemos esta referencia al Cordobazo para plantear la necesidad estratégica de una huelga general política con piquetes y movilización en todo el país, en la que se unan lxs trabajadorxs organizadxs y no organizadxs, entre precarixs y efectivxs, trabajadorxs y estudiantes, los jubiladxs, clases medias empobrecidas, etc., que despliegue toda esta fuerza para derrotar el plan de Milei, las grandes patronales y el FMI. También el Cordobazo planteó muchos problemas políticos y estratégicos que no resolvió. Por eso sacamos lecciones y apostamos a construir un gran partido anticapitalista, socialista de la clase trabajadora que supere al peronismo y esté a la altura de un acontecimiento así, para que la salida no la dé la burguesía sino los trabajadores.

La perspectiva de un nuevo Cordobazo del siglo XXI se construye articulando los medios para el triunfo de cada una de las luchas que estamos librando y sacando las lecciones de las derrotas para las próximas peleas. La ofensiva de Milei y las patronales se choca con la resistencia en diferentes sectores. Lxs jubiladxs son símbolo de esta resistencia. La lucha del Hospital Garrahan y lxs trabajadorxs de la salud. La docencia de Catamarca. Personas con discapacidad, familias y trabajadorxs que enfrentan el ajuste en discapacidad. Esta fuerza también se muestra en lxs maestrxs bonaerenses, los municipales y judiciales de Córdoba, la lucha de los ceramistas neuquinos contra el intento de estrangulamiento de las gestiones obreras, la lucha de los metalúrgicos de Tierra del Fuego, el enfrentamiento a los despidos en Secco, Georgalos y muchas otras empresas, contra los techos salariales como en Arcor y Mondelez, como la de los científicos del Conicet y de la docencia universitaria. Estas luchas cuentan con una enorme simpatía en amplios sectores que se oponen a las políticas de Milei, que aunque aún no han entrado en escena tienen cada vez más bronca.

Aquella perspectiva estratégica pasa, a su vez, por la coordinación de los diferentes procesos. Allí se juega la posibilidad de articular fuerzas para derrotar los ataques, contra la política de la burocracia que hace todo por dividirlos. Pasa también por la organización en los lugares de estudio y de trabajo. Y por el desarrollo de la más amplia autoorganización, en el sentido que han mostrado las Asambleas Barriales, la Asamblea del Hospital Bonaparte, la Asamblea del Parque Lezama de los movimientos LGTB+ contra los ataques de Milei a las disidencias sexuales, las Asambleas Estudiantiles que impulsaron las tomas en 2024, o ahora lxs residentes y enfermeras del Hospital Garrahan. Tendencias que hoy existen en sectores puntuales pero que apostamos a que se generalicen. Que cobren fuerza al interior de la clase trabajadora y del movimiento estudiantil para vencer la resistencia de las burocracias que dirigen los sindicatos y los centros de estudiantes.

Es esta organización desde abajo la que puede obligar a la burocracia, cada vez más desprestigiada a los ojos de lxs trabajadorxs, a salir de sus cómodos sillones (frente único) o ser pasada por encima para imponer un plan de lucha en la perspectiva de la huelga general para derrotar a Milei, el FMI y las grandes patronales y cambiar el rumbo del país. Es decir, para nosotros la idea de un “Cordobazo del siglo XXI” no es solo una consigna sino esencialmente una perspectiva estratégica que se liga inmediatamente con las peleas que damos.

En esta perspectiva estratégica, la pelea por desarrollar la más amplia autoorganización apunta a poner en pie consejos de trabajadores, estudiantes y sectores populares que puedan constituirse en verdaderos organismos independientes de poder del movimiento de masas frente al Estado capitalista. No hay solución política “normal” en los marcos del régimen para la crisis que atraviesa una Argentina endeudada por generaciones y atada a los dictados del FMI.

Tenemos que tomar nuestro destino en nuestras propias manos. Necesitamos pasar de la resistencia a la contraofensiva para imponer un plan que responda a los intereses de quienes vivimos de nuestro trabajo. El gobierno, los políticos patronales, los grandes empresarios, los terratenientes, los banqueros, las mineras, las cerealeras y el FMI tienen su plan, el de una Argentina que sea un paraíso para la especulación financiera, dedicada a la exportación de materias primas y al saqueo extractivista de todo tipo, necesitamos el nuestro, un plan propio de y para el pueblo trabajador que impongamos de la única manera que entienden los dueños del país, es decir, con la fuerza de la movilización de la clase trabajadora, del movimiento de mujeres, del movimiento estudiantil y la juventud.

En este sentido, es que proponemos para la discusión tanto los “10 puntos para unir al pueblo trabajador, la juventud y las mujeres contra Milei y el poder económico saqueador” que elaboramos en su momento, como la serie de planteos que presentamos a continuación que apuntan a terminar con el saqueo y poner en pie un gobierno del pueblo trabajador que logre abrir paso a un nuevo régimen social donde los jubilados y lxs niñxs no sean descartables, donde no trabajemos cada vez más para vivir cada vez peor con el único fin de que un puñado de ladrones se enriquezcan a costa nuestra, donde los recursos de la sociedad sean planificados democráticamente por y para quienes vivimos de nuestro trabajo, donde nuestro destino lo decidamos nosotros y no que se defina en las oficinas de los dueños del país en Puerto Madero o en Washington en las del FMI.

4. ¿Trabajar cada vez más para vivir cada vez peor? Demandas económico-sociales desde una perspectiva anticapitalista

La cuestión salarial está vinculada directamente al problema cada vez más amplio del pluriempleo y la “autoexplotación” (vivir para trabajar), los despidos, la precarización laboral cada vez mayor (parte de la precarización de la vida en general) y el fenómeno de los trabajadores pobres. Estas son cuestiones centrales hoy.

Es fundamental resaltar el carácter estructural de estos problemas en el capitalismo contemporáneo en general y en la Argentina en particular. Es decir, son problemas sin solución de fondo si no son encarados desde un punto de vista anticapitalista. La precarización viene desde los 90 y la sostuvieron los gobiernos kirchneristas, el macrismo y ahora Milei hace con ella ideología (ser el “propio patrón”, “emprendedor”, etc.). A la par de los despidos en determinados sectores, como fenómeno más general, hay un aumento sostenido de las horas trabajadas (en 2024, un 3,6% en privado y 6% en público, pero es una tendencia histórica, de 2021 a 2022 el aumento fue de un 9,4% según el INDEC). Paralelamente hay una caída del poder adquisitivo de los salarios. Si lo medimos con relación a 2015, el promedio de 2024 fue 27% inferior en el sector privado registrado, un 41% más bajo en el sector público y un 33% en el promedio de ambos segmentos. Entre los informales, la pérdida del poder adquisitivo promedio en 2024 con relación a 2016 es del 55%. A su vez, la pobreza estructural que, incluso en los momentos de mejores índices económicos bajo el kirchnerismo, nunca bajó del 25%, ha dado lugar al fenómeno generalizado de lxs trabajadorxs pobres, es decir, quienes aún trabajando no superan la línea de pobreza.

La pregunta es: ¿por qué si cada vez trabajamos más, cada vez ganamos menos? ¿Dónde va toda esa riqueza que producimos? La respuesta es clara, la contracara de los salarios de miseria y la precarización que impulsan el pluriempleo para cubrir las necesidades básicas son las ganancias de los bancos, de las mineras, las petroleras, las cerealeras y el resto de las que constituyen la mayoría del listado de las 100 principales grandes empresas y multinacionales que operan en el país, junto con el pago de la deuda y las fortunas que se lleva el capital financiero internacional que viene a especular al país. Por ejemplo, los bancos privados ganaron $3,2 billones de pesos entre abril 2024 y marzo 2025 (último dato disponible), 323 millones de pesos por hora, es decir, por cada hora ganan el equivalente a 1070 haberes jubilatorios mínimos con bono incluido. Las mismas empresas que le niegan los aumentos salariales a sus trabajadores tuvieron enormes ganancias en 2024, por ejemplo, la alimenticia Arcor registró una ganancia neta de $291 mil millones; Mastellone $55 mil millones, Molinos $25 mil millones; Tecpetrol (Techint) $305 mil millones; Ternium (Techint) $107 mil millones; Tenaris (Techint) u$s2.077 millones; Telecom (Grupo Clarín) $939 millones.

Nuestras vidas valen más que sus ganancias. Frente a la realidad actual del pluriempleo y la precarización que recae más brutalmente sobre la juventud y las mujeres trabajadoras, parafraseando el planteo de Trotsky del Programa de Transición (que en su caso era una respuesta al desempleo de masas), partimos de reivindicar trabajo con plenos derechos para todxs (estabilidad laboral, seguro médico, aportes jubilatorios, aguinaldo, vacaciones pagas, derecho a organizarse) con salarios que, como mínimo, cubran las necesidades y permitan una existencia digna (los trabajadores de la UTA lo pusieron en $1.800.000, coincidiendo con el cálculo de la Junta Interna de ATE INDEC que daba $1.819.121 para fines de abril, monto que debería actualizarse automáticamente por la inflación real). En un sistema, como el capitalista, donde los grandes medios de producción (las fábricas, las tierras, los insumos, etc.) son propiedad privada de un pequeño núcleo de capitalistas, es decir, donde los trabajadores no son dueños de estos medios indispensables para la producción, el derecho al trabajo es el mínimo derecho que debe estar garantizado (de hecho lo está en la Constitución, como letra muerta). Si, como proponemos desde el PTS/FITU, se redujese la jornada laboral a 6 horas en las 12 mil principales empresas ya se podrían crear casi 1 millón de puestos de trabajo de calidad, con un salario que cubra la canasta familiar, afectando las ganancias de estos capitalistas. Y si estas grandes empresas que se la llevan en pala a costa de nuestro trabajo se niegan deberíamos expropiarlas bajo control de los trabajadores.

Sobre los recursos para hacerlo, es mentira que “no hay plata”. Los principales bancos y grupos capitalistas locales y extranjeros siguen amasando fortunas a costa de nuestro trabajo. La fuerza de trabajo no es una mercancía más como cualquier otra, como una máquina o la materia prima, no es “capital humano” sino que es la única con la capacidad de poner en movimiento todo el aparato productivo y crear nuevo valor. Desde 2016 la participación de la remuneración del trabajo asalariado retrocedió en el valor agregado de la economía desde el 51,8% al 44,1% en 2024. En 2024, en términos anualizados, cada puesto de trabajo reportó casi 12 mil dólares a las ganancias empresarias. Esto es lo que, en promedio, la clase capitalista se apropió, le “robó” a cada trabajador. El Centro Cifra estimó que en 2024 existió una transferencia de ingresos en favor del capital y en detrimento de los asalariados de casi 34 mil millones de dólares. Es decir, con la reducción de la jornada laboral y un salario que cubra la canasta familiar, los trabajadores solo se estarían apropiando de una parte mayor del trabajo no pago que les “roba” el capitalista.

El papel del Estado en la conformación de los principales grupos económicos fue y es clave, y deja a la vista el carácter “ilegítimo” (e, incluso, muchas veces “ilegal”) de la apropiación privada de los medios de producción. Los Rocca, los Macri, los Fortabat, los Perez Companc, los Blaquier, los Bulgheroni, sobran ejemplo de una clase que construyó sus fortunas con la dictadura, con las privatizaciones y con cada saqueo que sufrió el país. O los “nuevos” ricos como Galperín de Mercado Libre que se radican en el exterior para no pagar impuestos pero se benefician de rebajas impositivas millonarias (US$142 millones entre 2022 y 2023). Las grandes cerealeras que tienen una especie de monopolio privado del comercio exterior, los bancos dedicados a la especulación financiera en perjuicio de las grandes mayorías, los terratenientes y pooles de siembra que se apropian de la renta de la tierra, las mineras que saquean nuestros bienes comunes. Un puñado de capitalistas locales y de multinacionales que gracias a este saqueo sistemático son las dueñas de los principales medios que necesita la sociedad para producir y reproducir su existencia.

La idea sobre la que insiste Milei, que es un lugar común de la ideología neoliberal, según la cual la sociedad funciona como sumatoria de individuos aislados en constante competencia es el intento de los capitalistas de proyectar la visión del mundo que más les beneficia a sus intereses, pero la realidad es muy distinta. Si fuéramos simplemente individuos aislados, la sociedad como la conocemos no existiría. Lo que mueve la sociedad es la enorme fuerza de la cooperación del trabajo colectivo (incluso las aplicaciones de reparto tipo Rappi, que la propaganda capitalista pone como ejemplo del “trabajador solitario”, implican la coordinación a tiempo real de miles de trabajadorxs para que alguien en cualquier parte de una ciudad pueda pedir un envío y tenerlo en determinado tiempo). El problema es que esta enorme fuerza productiva de los trabajadores reunidos y coordinados, se nos aparece como una fuerza ajena. Los capitalistas la utilizan, así como a la tecnología, para aumentar los niveles de explotación y precarizar más el trabajo. Pero los avances de la tecnología y de la cooperación del trabajo, si son arrancados del mando del capital, resignificados para que esta cooperación no sea alienante como lo es bajo el capitalismo, permitirían reducir el tiempo de trabajo necesario que invertimos en producir y reproducir nuestras condiciones de existencia, para dedicarnos a todo lo demás. Si la visión de “individuos aislados compitiendo entre sí” pisándole la cabeza al de al lado es la que mejor refleja la idiosincrasia de la burguesía como clase, la solidaridad, el valor y la fuerza de lo colectivo tienen una estrecha relación con la potencia de la cooperación de la clase trabajadora que es, justamente, la que mueve realmente al mundo.

Destacamos que se trata también de reducir el tiempo de trabajo que dedicamos a la reproducción de nuestras condiciones de existencia a costa de las ganancias de los capitalistas porque acá se esconde otro de los grandes fraudes del que se nutren aquellas ganancias y que recae, en su inmensa mayoría, sobre las mujeres. El trabajo doméstico no está controlado, de manera directa, por los capitalistas. Sin embargo, éstos se benefician de mantener una gran parte del trabajo reproductivo de la fuerza de trabajo, en la esfera privada para no tener que incluirlo en los salarios y aumentar sus ganancias. Al mismo tiempo, las instituciones públicas que socializan algunas de las tareas de reproducción, como la salud y la educación, abrumadoramente integradas por trabajadoras mujeres, son desfinanciadas y precarizadas al infinito. La dramática situación denunciada por los colectivos de discapacidad es parte de esto. Mientras que a lxs adultxs mayores, después de haber laburado toda su vida, se los pretende transformar en material de descarte, cuanto más años vivimos peor es para los capitalistas. Con jubilaciones de miseria y recortes de prestaciones, buscan “deshacerse” del problema, que lxs adultxs mayores se las arreglen para seguir laburando y, cuando no dan más, dejarlos a su propia suerte o bien al cuidado de cada familia y, en especial, nuevamente, de las mujeres. La cruzada “antiwoke” de Milei, los ataques sistemáticos al movimiento de mujeres y disidencias sexuales, no son ajenos a esto, necesitan disciplinar a las mujeres y regimentar las relaciones sexoafectivas para que todo este esquema funcione.

Junto con la cooperación del trabajo colectivo, el conocimiento social general contenido en el desarrollo científico-técnico acumulado por la humanidad (desde el desarrollo de máquinas más comunes hasta los microchips, los satélites, las redes de internet, la genética, la robótica y la IA, etc. que moldea la vida cotidiana y la producción de mil maneras) permitiría reducir drásticamente el tiempo de trabajo necesario. Este conocimiento, así como aquel que permite develar las tramas de la opresión patriarcal implicadas en las tareas de la reproducción social como señalamos antes, no es creado por los megamillonarios de las grandes empresas tecnológicas como un Elon Musk, que no casualmente concitan un repudio cada vez mayor a nivel global, o un Marcos Galperín en su versión local. Lo crean legiones de científicxs, técnicxs, trabajadorxs. Lo que hacen estos megamillonarios es apropiárselo, moldearlo, y ponerlo en función de su principal objetivo: obtener ganancias (o directamente como medios de destrucción militares). Ese es su mayor “mérito”. Bajo ese objetivo la tecnología es usada para profundizar la precarización y la explotación (Uber, changas de todo tipo ofrecidas por plataformas, etc. que se apropian de una parte de los ingresos de lxs trabajadorxs sin reconocerles ningún tipo de derecho laboral).

Desde este ángulo, Milei viene llevando adelante una verdadera cruzada contra la base técnico-científica y cultural del país encarnada en instituciones como el CONICET que concentra más de 280 institutos además de centros de investigación, con unos 25 mil trabajadores, incluyendo a lxs becarixs, a lo que habría que sumar todos programas que funcionan bajo el amparo del CONICET con miles de investigadorxs más; el INTI y el INTA dedicados al desarrollo de tecnología industrial y agropecuaria; la CNEA como institución central encargada del desarrollo y control de la energía nuclear de la cual se desprenden toda una serie de empresas, en su mayoría de capital estatal, entre ellas el INVAP que abarca el desarrollo de sectores estratégicos ligados a la tecnología de alta complejidad; las propias universidades públicas de todo el país; el INCAA; el INT, entre otros. Todo esto es parte del plan que combina dos objetivos, dependiendo del sector: o bien ampliar la apropiación de este aparato productivo por parte del gran capital local y extranjero y ponerlo a su servicio; o bien, desmantelarlo como parte del establecimiento de un esquema centrado en la actividad agro-exportadora, el extractivismo y la especulación financiera. En este marco hay que resaltar que el ataque a las instituciones técnico-científicas tiene también por objetivo eliminar cualquier capacidad de control sobre la rapacidad patronal y la privatización masiva del conocimiento social acumulado.

En el sentido inverso tenemos que arrancar del mando del capital y resignificar todo el aparato técnico-científico, desandando todos los avances que ha tenido durante décadas en la precarización de sus trabajadorxs y en la colonización de estas instituciones por los intereses de las grandes patronales nacionales y extranjeras. Tiene que ser controlado por sus propios trabajadorxs (Ejemplos como Zanon/FaSinPat o Madygraf han mostrado quiénes son lxs que se ponen al hombro la producción contra viento y marea cuando las patronales apuestan a la destrucción de fuerzas productivas). El objetivo estratégico debe ser ponerlo en función del desarrollo de un nuevo orden social que no esté basado en las ganancias de unos pocos. Este conocimiento social general, arrancado del mando del capital, resignificado, tiene la potencialidad de liberar tiempo vital dedicado al trabajo como imposición para la subsistencia, transformarlo en tiempo disponible para lxs trabajadorxs y combatir la catástrofe socioambiental. Permitiría reducir el tiempo de trabajo necesario para dedicarnos a desarrollar todo eso que este sistema impide a las grandes mayorías: desplegar nuestros talentos, nuestras pasiones y compartir esas experiencias y prácticas sociales con otros, desarrollando la cultura, la ciencia, el arte e incluso para tener tiempo para el ejercicio democrático de la política. Este punto es importante, ya que expresa la visión de futuro que tenemos lxs socialistas, vinculada a otro concepto de riqueza, que ya no se mida como tiempo de trabajo (lo cual para las ganancias de los capitalistas es de vida o muerte) sino, como decía Marx, como “tiempo libre”. Es decir, al contrario de lo que sucede hoy, donde trabajamos más para vivir peor, este planteo implica cuestionar las ganancias capitalistas y su propiedad de los medios de producción, para trabajar menos y vivir mejor, desarrollando una relación armónica con la naturaleza que evite la destrucción del único planeta que tenemos.

5. La lucha antiimperialista contra el saqueo. Terminar con el régimen del FMI

No hay salida de la crisis actual que sea favorable a los intereses del pueblo trabajador sin la ruptura con el FMI y el desconocimiento soberano de una deuda, ilegal, ilegítima y fraudulenta. Solo en lo que va de la presidencia de Milei (hasta abril de este año) este saqueo implicó que en pago de deuda pública en dólares se fueran 13.018 millones de dólares. Mientras que los pagos de intereses de la deuda en pesos (solo contando los intereses «capitalizables») ascienden durante 2025 al sideral número del 4,8% del PBI. Solo este monto dedicado a financiar el «carry trade» de los especuladores financieros equivale a más de 4 veces el presupuesto que se propuso para el Ministerio de Salud en 2025. Esta sangría infinita a favor de los especuladores viene de la mano de la intención de imponer las famosas “reformas estructurales” (reforma laboral, tributaria, previsional, privatizaciones, etc.) a la medida del capital financiero internacional, que el acuerdo con el Fondo estipula para después de las elecciones de octubre.

Tenemos que terminar con el régimen del FMI. Este régimen implica que toda la economía está puesta en función de conseguir dólares para pagar la deuda, desde los recortes en salud, educación, cultura, despidos, etc. hasta el saqueo de nuestros bienes comunes naturales como pieza clave de este esquema donde, a través de la vorágine extractivista, de la pérdida de soberanía sobre nuestros bienes comunes, se pretende transformar al conjunto del país en una gran zona de sacrificio. ¿Qué democracia puede haber si la política se define en las oficinas del FMI en Washington? También hablamos de “régimen” del FMI porque todo el régimen político, todos los partidos, acuerdan en continuar con este sometimiento, incluido al peronismo, que a lo sumo cuenta con un ala que solo pretende “renegociar” el acuerdo actual, a pesar de que la proscripción de Cristina Kirchner está empujada por el propio imperialismo para apuntalar ese régimen y de que esa estrategia ya fracasó durante el último gobierno peronista de Alberto Fernández y CFK. Únicamente el Frente de Izquierda viene luchando y planteando sistemáticamente la necesidad de terminar con este pacto de coloniaje.

Denunciamos que se trata de una “deuda odiosa”. Primero porque la deuda ha sido contraída contra los intereses de la nación y el pueblo trabajador. Desde la estatización de la deuda privada de las grandes empresas bajo la dictadura, legitimada luego por Alfonsín, pasando por los fraudes de los “Baker” y “Brady” de Menem, el “blindaje” y “megacanje” de la Alianza, los dos canjes bajo los gobierno kirchneristas de los que los fondos buitres obtuvieron generosas ganancias, hasta el megaendeudamiento de Macri, el canje de Guzmán que lo legitimó y el nuevo festival de deuda de Milei configuran una historia de saqueo sistemático.

El segundo punto por el cual entra en la categoría de “deuda odiosa” es porque los prestamistas sabían que esta deuda se contrae contra los intereses de la nación. El FMI no es un simple prestamista en un última instancia sino que es la expresión y el garante institucional de la dominación del capital financiero internacional para el saqueo de los países dependientes. En esto no hay diferencias entre Estados Unidos y China que exige para todos sus préstamos que los países en cuestión se sometan a las normas del FMI. El endeudamiento constituye una política establecida por las potencias imperialistas para buscar moldear en función de sus intereses a las economías de países atrasados y dependientes como Argentina.

En gran parte de los países oprimidos de América Latina, África y Asia, la deuda es un mecanismo estructural que juega el papel de compensar los déficits en divisas ocasionados por un comercio exterior deficitario o por la sangría de las remesas al exterior de empresas extranjeras o de sectores de las burguesías locales. Por esto está lucha contra el FMI está lejos de ser algo exclusivo de Argentina. Detrás de muchos de los levantamientos de los últimos años (Sri Lanka, Bangladesh, Kenia, Nigeria, etc.) estuvo el rechazo a las políticas del FMI. El poder financiero, solo en tiempos recientes logró “convencer” a través del terror económico, que el no pago de estas deudas odiosas lleva al infierno. Pero una ruptura con el FMI encontraría aliados entre muchos de los pueblos oprimidos del mundo.

6. Las consignas democrático-radicales contra el intento de imponer un régimen “neolibertador” y la lucha por una democracia basada en el poder de lxs trabajadorxs

A 70 años de los bombardeos a Plaza de Mayo y el golpe gorila de 1955 que impuso el régimen de la Revolución “Fusiladora”, los dueños del país, con sus jueces y fiscales en primer línea, pretenden revivir esta historia como farsa imponiendo un régimen cada vez más autoritario, donde se conjugan la proscripción política, el ataque en regla a los derechos del pueblo trabajador y la represión a quienes lo enfrentan. En aquel entonces, el régimen “libertador” fue la forma política que adoptó la ofensiva del imperialismo norteamericano en Argentina (parte de una avanzada en toda América Latina) para transformar la estructura socio-económica del país según sus intereses y, como condición para ello, la relación de fuerzas entre las clases. Hoy el intento de establecer un régimen “neolibertador” tiene objetivos similares, en tanto y en cuanto, viene de la mano con el objetivo de Trump y el imperialismo yanki de reforzar su dominación de la región y del país en su competencia con China.

No hay alquimia electoral que pueda derrotar esta avanzada, como ya quedó demostrado en Brasil, donde la vuelta de Lula no significó de ningún modo la reversión de las contrarreformas reaccionarias impuestas a partir del golpe institucional de 2018. Para derrotar este intento “neolibertador” hay que hacerlo en las calles, con la huelga general política. La más decidida defensa de todas y cada uno de los derechos democráticos atacados no significa que tengamos que defender el régimen político de los últimos 40 años, que fue moldeado por el aplastamiento de la clase trabajadora con la dictadura genocida y por la derrota en la guerra de Malvinas que afianzó las cadenas de la opresión imperialista sobre el país. Todos estos años han mostrado que el slogan alfonsinista de que con esta democracia “se come, se educa y se cura” no fue más que una frase hueca.

La democracia delegativa burguesa busca separar lo más posible la decisión política de la voluntad de las grandes mayorías. El sistema llamado de “checks and balances” o pesos y contrapesos, está pensado así. Este tipo de constitucionalismo se fundó sobre la desconfianza democrática dando lugar a un entramado institucional pensado para evitar supuestos “excesos” democráticos. Las prerrogativas “monárquicas” de la figura presidencial con su poder de veto, el “contrapeso” del Senado oligárquico, la casta judicial vitalicia encabezada por la Corte Suprema. Milei lo que hizo fue exacerbar la utilización de estos mecanismo ya existentes apelando a los DNU, al veto presidencial, a la delegación de poderes, a la compra de diputados y senadores (Kueiders), pudo sacar sus leyes gracias al fraude electoral (opositores con peluca, incluidos legisladores peronistas).

La Corte Suprema, máxima representante de una casta judicial no votada por nadie, que todavía tiene cajoneada la inconstitucionalidad del Mega DNU (2023-70) del inicio del gobierno de Milei en el que se basan muchos de sus ataques, ahora se arroga el derecho a decidir a quién se puede votar y a quién no. La proscripción política de Cristina Kirchner nada tiene que ver con hacer justicia o combatir la corrupción (sin duda presente en el negocio de la obra pública en los distintos gobiernos), sino con conformar un régimen político más directamente subordinado a los intereses de la AEA y el capital financiero internacional. Rechazamos cualquier proscripción política a CFK. Lo hacemos no por afinidad política, fuimos y somos sus opositores políticos por izquierda y hemos sufrido represiones bajo sus gobiernos acompañando reclamos de trabajadores y sectores populares, sino porque combatimos toda medida antidemocrática y proscriptiva. Tenemos que terminar con esa casta judicial vitalicia digitada por el poder económico más concentrado. Todos los fiscales y jueces tienen que ser electos por voto popular, ser revocables, no tener ningún privilegio y ganar lo mismo que un docente.

El gobierno se ha dedicado a reprimir toda acción de lucha, a perseguir al Polo Obrero, a atacar el derecho de protesta (“Protocolo antipiquetes”), ahora Bullrich pretende dar rienda suelta a la Policía Federal para que funcione como policía política. El constitucionalista Roberto Gargarella ha señalado con razón que el derecho a la protesta es el primer derecho porque es el que permite defender todos los demás y conquistar nuevos. Un pensador liberal conservador del siglo XVII como Locke puso el derecho de resistencia entre las cuatro ideas fundamentales con las que pensaba el gobierno civil. Primero en Locke y luego en Thomas Jefferson, uno de los llamados “padres fundadores” de EE. UU., la noción de la “resistencia al derecho” recorrió buena parte de la historia del derecho moderno, ahora se la estigmatiza.

Al mismo tiempo que estamos en la primera fila de la defensa de todas y cada una de las libertades democráticas, no somos defensistas de este régimen que tiene todos estos mecanismos contra la voluntad de las mayorías que mencionamos antes y de los que se vale Milei para imponer sus ataques. Hace muchas décadas que nos vendieron que la única democracia posible es la democracia burguesa actual, que no casualmente nace luego de la derrota del movimiento de masas con la dictadura militar y se consolida con la constitución de 1994 en plena ofensiva neoliberal.

Nosotros estamos por una democracia que vaya en el sentido inverso a la actual, que no busque limitar la incidencia de la voluntad popular en las decisiones políticas, sino al contrario que destruya todas las trabas para ella y sea capaz de expresarla. Lxs jubiladxs no son casta, lxs docentxs no son casta, lxs trabajadorxs no son casta, la casta son los políticos de los partidos del régimen, que se benefician con los privilegios de su cargo (un senador cobra $9.5 millones al mes, un juez de la Corte casi $8 millones, Milei aprovecha su cargo para estafa cripto, los votos en el parlamento se compran y venden) que están al servicio de las grandes patronales y que avalan el saqueo del país. Hay que terminar con todos los privilegios de esta casta que dice que tenemos que vivir con salarios y jubilaciones de miseria mientras engrosan sus cuentas en paraísos fiscales y utilizan sus cargos para hacer negocios y estafas millonarias. Los “representantes del pueblo” tienen que vivir como el pueblo. En este sentido, una medida mínima es que todos los funcionarios políticos, parlamentarios, jueces tienen que ganar lo mismo que una maestra. Ningún cheque en blanco, todos los cargos tienen que ser revocables por sus electores cuando traicionan su mandato.

Esto planteos son parte de la perspectiva más amplia de una democracia que no se limite a la votación en el cuarto oscuro cada 2 o 4 años para elegir a quienes se les va a delegar el poder de decidir los destinos de todxs, cuando en realidad los grandes capitalistas a través del lobby y la corrupción de los funcionarios “votan” todos los días. El problema no es solamente encontrar las mejores formas de representación sino quienes, qué clase, es la que va a gobernar “todos los días” y cómo podemos limitar lo más posible la separación entre “gobernantes” y “gobernados”. Por eso medidas como la revocabilidad o el fin de los privilegios de los funcionarios públicos, las planteamos como forma de allanar el camino hacia una democracia superior, de otra clase, cimentada en el poder de los trabajadores, basada en consejos de diputados que puedan establecer un contacto infinitamente más estrecho con la mayoría del pueblo trabajador que cualquier institución parlamentaria. Donde el “espacio público” supere los límites actuales para entrelazarse con el entramado que hace a la producción y reproducción de la sociedad. Donde los establecimientos de trabajo, como las fábricas, las empresas, las oficinas, los campos, los hospitales, así como las escuelas y las universidades, sean también lugares de deliberación así como de elección de representantes. Una democracia desde abajo, que pueda facilitar que el pueblo trabajador, en tanto soberano, no se disuelva luego de cada elección y pueda gobernar en el sentido más amplio del término, no solo definiendo el destino político de la sociedad sino también planificando racionalmente los recursos económicos terminando con el principio rector de la propiedad privada de los medios de producción.

7. Una lucha que va más allá de las fronteras. Por un socialismo desde abajo

No hay salida favorable a las grandes mayorías sin quebrar el régimen del FMI y atacar los intereses de las grandes patronales y el capital financiero internacional. Son grandes peleas que superan a un solo pueblo. Una lucha internacional que nos hermana con los pueblos de latinoamérica en una pelea común contra el imperialismo, así como con las clases trabajadoras de los propios países imperialistas, explotadas y oprimidas, por sus propios gobiernos. Por eso somos parte de una misma organización internacional con compañeros y compañeras de Brasil, de México, de Chile, de Bolivia, de Perú, de Uruguay, de Venezuela, de Costa Rica, de Estados Unidos, de Francia, de Alemania, del Estado Español, de Italia.

Hoy el punto más alto de la barbarie imperialista es el genocidio a cielo abierto que está llevando adelante el Estado de Israel contra el pueblo palestino, apoyado por Estados Unidos y las potencias europeas. En 18 meses el ejército israelí asesinó a más de 52.000 gazatíes, entre ellos 18.000 niños, aunque hay estudios que calculan que esta cifra podría ser casi el doble. Milei se ha alineado completamente con el genocida de Netanyahu. Mientras tanto el peronismo se ha callado la boca por más de un año y medio desde que comenzó la masacre, mientras que su candidato en CABA, Leandro Santoro, recientemente ha integrado un grupo parlamentario de “amigos” del Estado de Israel en medio de la matanza. En Argentina, la izquierda hemos sido la única fuerza política que denunciamos, en las calles y en el parlamento, el genocidio y apoyamos la lucha del pueblo Palestino por su liberación.

Frente a esto un gran movimiento en solidaridad con el pueblo palestino se ha levantado en todo el mundo como no se veía desde las movilizaciones contra la guerra de Vietnam, con manifestaciones en las principales capitales de Occidente, como Londres, Nueva York, Washington, París, Madrid y Berlín, en las que participaron cientos de miles de personas. En las universidades de Europa y Estados Unidos, como Columbia, Harvard, Oxford, entre muchas otras, una nueva generación levanta su voz por Palestina, se han realizado acciones de apoyo, cuestionando los pactos de las autoridades académicas con empresas que financian al Estado de Israel. Somos parte de este movimiento internacional en Argentina y en los 14 países en donde está nuestra corriente internacional.

Argentina no es una isla. Desde CFK, pasando por Kicillof, hasta Grabois, sostienen que el capitalismo es el sistema “más eficiente” y que sus problemas se solucionan con un poco más de intervención estatal para compensar sus efectos más perniciosos. La realidad es que hoy el capitalismo está atravesado por múltiples crisis. Las grandes potencias se enfrentan cada vez más virulentamente para defender las ganancias de sus propias multinacionales, como muestra la “guerra de tarifas”. El militarismo y el guerrismo se intensifican. La más reciente expresión de ello es el ataque imperialista del Estado de Israel y EE. UU. a Irán que es continuidad del genocidio en Gaza. Una guerra que de escalar regionalmente tendría consecuencias impredecibles (Ver: “Resolución internacional del XX Congreso del PTS”). El capitalismo ofrece cada vez más sufrimientos y miserias para la mayoría de la clase trabajadora y los pueblos oprimidos en todo el mundo. Mientras un puñado de súper millonarios acumula fortunas inconmensurables, más de 1.000 millones de personas sobreviven con menos de un dólar diario. Un sistema irracional donde el 30% de los alimentos se tiran, mientras cientos de millones pasan hambre. Los capitalistas han transformado el mundo en un lugar inhabitable para la mayoría de la humanidad, mientras amenazan con destruir el planeta, siendo el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la deforestación, algunas de las manifestaciones de una crisis ecológica multidimensional que adquiere niveles cada vez más críticos.

En los discursos de CFK no han faltado referencias elogiosas al “modelo chino”. Ahora bien, no es casual que haya sido China el único país que en las últimas décadas pasó de ser un país atrasado, saqueado por las potencias imperialistas a transformarse en potencia mundial. En medio estuvo la revolución de 1949 que terminó con los terratenientes, expulsó a las potencias imperialistas que se dividían el país y logró unificarlo. Sin embargo, la burocracia del Partido Comunista intentó la utopía de construir el socialismo en un solo país (como lo hizo el stalinismo en la ex URSS) y fracasó, dejando un país de abrumadora mayoría campesina y pobre. Luego dio un giro, restauró el capitalismo y puso aquellas conquistas de la revolución al servicio del capital, que se aprovechó de los bajos salarios y la disciplina impuesta a fuerza de dura represión y control. Hoy en China hay un régimen capitalista que se basa en el autoritarismo para garantizar enormes niveles de explotación y precarización laboral y utiliza los típicos mecanismos imperialistas de acuerdos financieros y comerciales para obtener acceso privilegiado al saqueo de materias primas o intercambios de créditos por derechos de explotación de recursos, como hace en África o América Latina. El verdadero punto de partida “secreto” de China sería el equivalente en nuestro país a una ruptura soberana con el FMI y una revolución agraria que expropie a la oligarquía terrateniente, a los grandes pooles de siembra, a los monopolios cerealeros y aceiteros, y avance en la unidad con Brasil y los países de la región para crear una federación de repúblicas socialistas de América Latina. Si, a diferencia de lo que sucedió en China, estas conquistas, en vez de ser expropiadas por una casta burocrática que las puso al servicio del capital, sirvieran para dar un verdadero impulso hacia la construcción de un socialismo desde abajo a escala internacional, no es difícil imaginar la potencialidad que tendrían. Por el contrario, suponer que Argentina puede seguir el camino de China bajo el régimen del FMI, es vender espejitos de colores.

Milei, Trump y todos los derechistas del mundo se unen internacionalmente para defender un capitalismo donde las grandes potencias se disputan las ganancias y el saqueo de los recursos del resto del mundo por todos los medios en una creciente espiral de militarismo y guerra. Mientras tanto, partidos que, frente a Trump, se presentan como “democráticos”, desde el Partido Demócrata de EE. UU. hasta el PSOE del Estado Español pasando por el Partido Laborista británico dirigido por Starmer, no tienen demasiado que envidiarles en términos de militarismo y defensa de los intereses imperialistas de sus propios países. Nosotros necesitamos nuestra propia internacional, una internacional de la clase trabajadora y los pueblos oprimidos del mundo. En nuestro caso, estamos convencidos de que tendría que retomar las banderas de la Cuarta Internacional, aquella que no sólo luchó contra el capitalismo y los diferentes imperialismos, tanto los fascistas como los llamados “democráticos”, sino también contra quienes hablaban en nombre de la izquierda pero defendían a los regímenes totalitarios estalinistas que terminaron restaurando el capitalismo allí donde había triunfado la revolución.

Contra los discursos de la resignación, de que no hay alternativa a la podredumbre actual del capitalismo con su miseria y sus guerras, luchamos desde una perspectiva internacionalista por un socialismo desde abajo, donde las grandes mayorías trabajadoras y populares sean protagonistas del gobierno y de la planificación de lo colectivo, que utilice la enorme potencia de la cooperación y los desarrollos de la ciencia y la tecnología, no para la esclavización social sino para su liberación bajo el objetivo de terminar con toda relación de explotación y opresión.

8. Nadie se salva solo. La construcción de una gran fuerza política de la clase trabajadora como tarea colectiva

¿Por qué tenemos que seguir viviendo en un mundo organizado en función de las ganancias de unos pocos, donde cada vez trabajamos más y vivimos peor, donde las infancias crecen pobres, donde lxs jubiladxs se mueren de hambre, donde se destruye el planeta? Nos gobernaron liberales, radicales, peronistas, con más o menos regulación estatal. Todos, con sus diferencias políticas, han mantenido la estructura económica donde el poder económico y el FMI, los ladrones de siempre, dominan el país.

Contra quienes llaman a la resignación, a esperar tiempos mejores que nunca llegan, lo que
necesitamos es construir una gran fuerza política de la clase trabajadora que apueste a la movilización y organización independiente de los millones que conformamos la mayoría trabajadora de la sociedad. Una fuerza política que impulse la recuperación de los sindicatos, comisiones internas, centros de estudiantes y todas las organizaciones que hemos construido a lo largo de nuestra historia de lucha, expulsando a los burócratas, que apueste a la coordinación y a la autoorganización para hacer pesar la fuerza de lxs trabajadorxs que es la única perspectiva realista para derrotar los planes de Milei, el FMI y las grandes patronales, con la huelga general política o, como decimos retomando la historia de nuestra clase, con un “Cordobazo del siglo XXI”. Una fuerza política anticapitalista y socialista que no tenga miedo a golpear sobre los intereses de los dueños del país. Que se plantee en serio terminar con el régimen del FMI e imponer una salida propia.

Para esto es necesario superar a la dirección peronista en los sindicatos, en los movimientos, en la escena política nacional. Frente a los intentos de establecer un régimen “neolibertador” para atacar al pueblo trabajador y reestructurar el país al servicio de las grandes patronales y el FMI, no podemos dejarnos dejarnos adormecer bajo la idea de la colaboración de clases que lleva la resistencia contra Milei a la impotencia, una izquierda revolucionaria fuerte es la única que, al calor de aquellos combates, puede confluir con los sectores que rompan con el peronismo y plantear una alternativa política de salida a la aguda crisis que atraviesa hoy el país a favor del pueblo trabajador. Es hora de que los trabajadores y trabajadoras tomemos nuestro destino en nuestras propias manos y, frente a los planes de los diferentes sectores capitalistas, pasemos de la resistencia a la contraofensiva y levantemos nuestro propio plan, de y para el pueblo trabajador.

La construcción de esta fuerza es una tarea colectiva, por eso queremos interpelar a quienes simpatizan con la izquierda, a quienes protagonizan la resistencia, a quienes buscan una salida frente a la encerrona histórica a la que nos ha llevado el régimen del FMI y un capitalismo mundial cada vez más decadente y militarizado, a aquellos y aquellas que militan con nosotros en el Movimiento de Agrupaciones Clasistas y en la Red Nacional de agrupaciones estudiantiles En Clave Roja, a sumarse esta construcción. Son ellos o nosotros.

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