La película que sobrevivió a todas sus vidas

Me pareció que estaba bien indagar. Un buen día es una película de la que se habló mucho, se hicieron muchos chistes (crueles, simpáticos, malos, que tienen que ver con la devoción) con una mirada bastante epidémica (lo cual es lógico, un YouTuber que ve una película y ya). Un documental daba para profundizar: ¿quiénes erán lo que hicieron esto? ¿Cómo es que existe esto? Ese era un poco el punto de vista, la búsqueda. Nadie nunca se tomó en serio esta película. Era entender cómo toma un objeto tan anómalo y ese tomarla en serio quizás era el chiste definitivo, el chiste final”. Quien habla sobre el documental Después de Un buen día es su director, Néstor Frenkel, y es un experto en entender formas de circular del arte, siempre con los fantasmas del éxito, del fracaso, de la grandeza, y la mediocridad ahí, dando vueltas. Frenkel sigue las huellas de la idiosincrasia sobrepasando, o reconfigurando, asuntos, y ahora vuelve a aquel clásico del cine argentino que duró en 2010 una semana en cartel y que desde ahí, desde las críticas a las costillas, creció como objeto de culto, con legión de fanáticos expandiéndose año a año y hasta generando una celebración al estilo de The Ro-cky Horror Picture Show (con pasiones que iban de burlonas a sinceras, de cancheras a enamoradas del film de Nicolás del Boca, con guión y motor a base de Enrique “Quique” Torres).

Frenkel recorre la cultura argentina desde hace muchos años como pocos, o como nadie: toma rincones que van desde premiaciones amateurs a René Lavand, de papá noeles de temporada a bandas avant garde, y las pone bajo una lupa que agiganta, achicharra, magnífica con una sensibilidad y calor únicos. En el caso de Después de un buen día, con estreno en Malba y el Cultural San Martín (y acompañado con el objeto de su interés reestrenado) Frenkel suma: “En principio, hay una historia interesante, original en la creación de Un buen día, eso me llevó a este documental. Al final, termina habiendo personajes enormes, que es la intuición que me llevó a buscarlos. Aparecen temas que me mueven, que me hacen pensar, y de los cuales no estoy del todo seguro que opino (el éxito, el fracaso, los bordes del arte, la forma en que nos acercamos a los objetos artísticos, el cine mismo). Es una historia con espacio para el humor y para hacer algunas preguntas”.

DESDE ADENTRO. Una de las voces que habla en el documental, alma de la película (una de varias) es su guionista Enrique “Quique” Torres. Es él quien cuenta que lo ha conmovido de la recepción del documental desde su estreno en Bafici: “Pensé que ya estaba curtido porque los ‘enfermitos’ que fundaron e hicieron crecer el grupo de fanáticos, hace años me tendieron una trampa y yo caí con las cuatro patas. Me armaron una charla para cuatro o cinco en Villa Crespo y me encuentro con… ¡NO! Aquí la corto porque estaría espoileando la peli de Frenkel y, lo juro, vale la pena enfrentarse virgen a esa experiencia. En definitiva, me emocioné. Y mucho. De pronto, mi gran fracaso se había transformado en mi fracaso más exitoso. Estaba viviendo un fenómeno muy raro de ver”. Suma: “Empezó una pregunta que se reitera: ¿Es mala una película que la gente no olvida y la sigue recordando, y viendo, quince años después? Un buen día es una peli que incidió en la vida de muchos. Parejas que se formaron alrededor de la peli y unieron sus vidas por dos, cinco o quince años. Una peli que no sólo se recuerda como peli. Hay tazas con su ‘afiche’, acolchados para camas, mates, etc. Y remeras, infinidad de remeras con frases de la peli estampadas. En el ring estuvo el fracaso durante casi toda la cuenta. Pero el árbitro gritó: ‘Nueve’ y el éxito se levantó y le pegó una patada en las bolas al fracaso. ¿Ilegal? Puede ser. Pero yo lo estoy disfrutando como loco”.

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UN BUEN DÍA PARA UN BUEN DÍA. Frenkel sabe siempre lo que hace. Y en el caso de un hielo tan fino, tan excéntrico como este fenómeno, sabe donde pisar: “Creo que lo que el documental muestra es que el arte tiene un poder más allá de cómo se lo que quiere encapsular, incluso por sus propios creadores. Quisieron hacer una cosa, salió algo distinto que contenía una fuerza y una energía que hizo un camino, un camino propio. Todos estamos de acuerdo o es un lugar común en que las películas se juegan la vida en el primer fin de semana de su estreno, que el éxito está dando por cuantas entradas se vendieron, por cuantas semanas en cartel, o que puntaje de crítica tiene o que recorrido en festivales. Ninguna de esas cosas pasaron acá”. Y expande: “El arte es tirar una botella al mar: uno hace algo y no sabe realmente bien que está haciendo. Está dejando algo suyo ahí y está tirando un objeto nuevo al mundo, que va a hacer un camino. A veces son los caminos lógicos, los naturales, y a veces son increíbles, y las personas especiales que generan objetos especiales, muy probablemente terminen generando historias especiales con estos sujetos. Este es uno de esos casos y por eso es tan interesante de contar”. Es el mismo “Quique” Torres, quien cuenta cuando abrazar la idea de un documental que viera todos los instantes de Un buen día, su previa, su rodaje, su estreno, su logia y su presente: “Podría decirte que lo pensé muchos días… o semanas… Sería una gran mentira. Sonó el teléfono en mi casa, un mediodía. Atiendo y la voz de Nestor Frenkel que se presenta, habla de él y me cuenta que quiere hacer un documental con el fenómeno de Un buen día. Exactamente cinco minutos (no tanto) después ya estaba dándole el ‘sí’ a Néstor. Ojo, no pude evitar dudar de su salud mental, pero igual le dí el sí. Al colgar, de mi parte por lo menos, Después de Un Buen Día había comenzado a caminar. Néstor, por su lado y gracias a su infinita paciencia, ya estaba trotando”.

LA GALAXIA DE TORRES Y PANDILLA. Frenkel encontró sorpresas y confirmaciones en su recorrido. Hoy, con su mirada estrenada, afirma que el lanzamiento de la película: “El documental implica sumar un eslabón más de historia, a una historia que ya es increíble. Sintetizarla, juntarla toda, hacer un objeto audiovisual nuevo que reflexiona sobre toda esta historia es inevitablemente un eslabón más. En concreto, con la película Un buen día, lo que logró, fomentó, es que ahora se esté proyectando tanto en Malba como El Cultural en 35 MM, también en digital. Se va a proyectar en Rosario y otros lugares. Se vuelve a hablar de la película: gente que no la conocía la vuelve a conocer también. Se removió un poco algo que estaba ahí, que era más de lo que yo pensaba: me pasa que gente que no tenía nada que ver con el grupo de apreciación, también eran apreciadores inorgánicos, que han hecho reuniones de amigos (por alguien que por casualidad la vio en I-Sat, y esos amigos termina invitando a otros amigos). Será una estrellita más de esta galaxia el documental, la estrella más joven sumando movimiento, que es algo que es parte de la película: como las cosas se mueven y van generando nuevas historias por motivos increíbles o inconcebibles”. Y a la hora de las sorpresas, de aquello que comenzó a ver desde el estreno en Bafici, Frenkel cuenta: “La sorpresa es que había mucho más apreciadores de Un buen día. Me encontré con grandes personajes. El grupo de apreciación como un grupo heterogéneo, pero con características propios, con sentido del humor y mucho amor. Quique y Aníbal Silveyra, protagonista del film original, son dos personajes grandes, que están a la altura de lo que generaron. Es una sorpresa, y era una intuición. La película llegó a tener más capas y es lo que me pone muy contento”.

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