Llegó a América en uno de los viajes de Colón y hoy es tendencia en paisajismo. Árbol emblemático del mediterráneo, el olivo es muy atractivo y se adapta al clima cálido. La Olea europaea (su nombre científico) es un árbol que puede alcanzar los 15 metros de altura. Se destaca por sus hojas opuestas, lanceoladas, de color gris o plateado, de 2 a 8 cm de largo. Su fruto es la oliva o aceituna.
El olivo es un árbol de gran vigor, que crece con rapidez. De ahí la gran importancia de la poda, que debe realizarse aproximadamente cada dos años. La época ideal es entre otoño e invierno, evitando épocas de heladas, porque durante la poda la planta es muy vulnerable.
A cada etapa, su poda
¿Qué son los chupones?
Son ramas verticales que pueden salir de una rama, del tronco o de la raíz. Es importante podarlos, porque le restan mucho vigor a la planta. Se distinguen fácil porque crecen muy rectos, muy verticales. Hay quienes los doblan, y de esta forma logran que sean productivos, pero es realizado por jardineros avezados o expertos en olivos.
Sanear no es herir
Es importante destacar que podar un olivo no es lastimarlo, sino sanar para que el árbol pueda vivir más tiempo, ya sea para fines decorativos o productivos. Sobre esto, Ignacio Van Heden, del Vivero Van Heden (especialista en árboles y arbustos) aporta que la poda es distinta si el árbol es de producción u ornamental. “El olivo tolera las podas drásticas de formación. Es bueno ir dando la forma. En Europa a veces los podan tipo topiario. En todo caso, siempre conviene ir podando y guiando la forma. Eso favorece el desarrollo del árbol”. Además, Van Heden recomienda: “El principal recaudo a la hora de cuidar los olivos es el control de las hormigas. Si lo atacan varias veces seguidas, lo pueden llegar a secar o producir deformaciones”. En cuanto al riego, aconseja: “Debe ser escaso a nulo. No exagerar el riego. En los olivos, menos es más”.